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Tribuna:DIARIO DE LA GUERRA
Tribuna
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La hora de los aviones sin piloto

Se dice que la flexibilidad es la clave del poder aéreo. Sin embargo, el poder aéreo sólo puede ser tan flexible como lo sean las mentes de quienes lo planifican. En esta época de costes de fabricación crecientes, unidos a las limitaciones de los presupuestos de defensa y a la elevada valoración de cada vida humana, la industria debe estar abierta a nuevas ideas. En particular, a la explotación sin reservas de cualquier avance tecnológico que ofrezca la posibilidad de reducir los costes militares tanto en hombres como en equipo- sin reducir la capacidad operativa. Si un avión guiado a distancia cumple una misión a menor coste, o de forma más efectiva, que un avión pilotado, resulta esencia aplicar tal posibilidad.Las tareas de reconocimiento, para ser efectivas en un en torno denso en armamento, deben llevarse a cabo desde una altitud media-baja, especialmente si se trata de observar formaciones de artillería o carros de combate, y con mucha frecuencia, para detectar los movimientos y las intenciones del enemigo. La artillería antiaérea hace altamente peligrosa esta labor para los vuelos con piloto, y por tanto la encarece en términos militares y humanos. La respuesta es el avión sin piloto, o robot.Varios modelos han sido ya empleados por la coalición multinacional en la Operación Tormenta del Desierto, para suministrar datos a los analistas militares sobre las fuerzas iraquíes. La ventaja más obvia de estos aparatos es la falta de piloto. Ello evita la necesidad de incorporar cabina y cristaleras, asientos eyectables, aire acondicionado, instrumentación de a bordo o blindaje de protección. Por supuesto, hacen falta sensores e instrumentación adicionales, pero esta carga resulta poco gravosa gracias a la miniaturización.

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Se estima que sin el piloto y sus sistemas auxiliares un moderno avión de reconocimiento puede ahorrarse unos 2.300 kilos de peso. Un fuselaje más ligero requiere un motor más pequeño, que a su vez consume menos combustible; además, no se incorpora tren de aterrizaje, ya que el aparato puede recuperarse con paracaídas. Todo ello concede más espacio al equipo de sensores.

Menos peso

Los marines y el Ejército estadounidenses emplean dos modelos en el actual conflicto: el Pioneer y el Pointer. El Pioneer, de cinco metros de longitud y un precio de 40.000 dólares (menos de cuatro millones de pesetas) por unidad, ya demostró su eficiencia en la Operación Galilea (1982), cuando Israel invadió el sur de Líbano. El Pioneer, fabricado por los israelíes bajo licencia, detectó las piezas de artillería sirias en el valle de Bekaa. Se perdieron tres unidades: en caso de ser aviones pilotados, el coste se hubiera elevado a millones de dólares. El Pointer, fabricado en Estados Unidos por Boeing es como una maqueta de misil de crucero, con un peso de cinco kilos, una longitud de 2,7 metros y un motor eléctrico. Su precio alcanza el millón de dólares (menos de 100 millones de pesetas). Es más caro que el Pioneer, pero mucho más eficiente, y se utiliza por primera vez en esta guerra.

Estos modelos son manejados desde un vehículo todo terreno Hummer modificado, al que acompaña un segundo vehículo de cobertura. El piloto controla el robot aéreo desde el automóvil de acuerdo con las señales que recibe de la videocámara y de los sensores. Tras un vuelo exitoso, el robot es devuelto a casa y recuperado con un paracaídas. Sus filmaciones y datos son recogidos, y en 10 minutos pueden ser examinados por los analistas. En las particulares circunstancias de este conflicto, estos robots podrían resultar muy rentables.

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Andrés S. Serrano es master en Estudios sobre la Guerra por el King's College de Londres.

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