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Especialistas piden que se respete el patrimonio arqueológico de Irak

El Gobierno iraquí dice que las ciudades sagradas de Kerbala y Nayef han sufrido daños

Ángeles Espinosa

Decenas de miles de tesoros ubicados en la cuna de la humanidad están en peligro de desaparecer como consecuencia de la guerra en el Golfo. Las informaciones sobre el bombardeo del Museo Nacional de Bagdad y otros bienes considerados patrimonio cultural de la humanidad han llevado a algunos especialistas a pedir que se respete la Convención para la Protección de Bienes Culturales en Caso de Conflicto Armado (La Haya, 1954). Una tarea difícil en un país en el que la casualidad -o la astucia- ha colocado la mayoría de las instalaciones estratégicas cerca de los sitios arqueológicos.

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Las autoridades iraquíes han denunciado ya los daños sufridos por la iglesia de Santo Tomás, en Mósul, al norte del país, y por las ciudades sagradas del islam shií, Kerbala y Nayef. Al parecer, la televisión nacional mostró el pasado día 20 imágenes de la "agresión americano-atlántica" a la citada iglesia, que, según la agencia oficial de noticias iraquí, INA, "reviste una gran importancia histórica y religiosa en el país". Para la Guía turística de Irak, publicada en 1982 por la Dirección Estatal de Turismo, el templo, uno de los más antiguos de la zona, data en su estructura actual del siglo XIII.

Asirios

Toda la región de Mósul, la capital del norte de Irak, está salpicada por iglesias y monasterios de los primeros siglos de la cristiandad. Con todo, los principales tesoros de los alrededores son aquellos que datan de la época asiria. En las afueras de Mósul se encuentra el conjunto arqueológico de Nínive, la tercera ciudad en importancia de esa época. También en las inmediaciones se supone la existencia de fábricas de armamento, tanto convencional como químico.

A 37 kilómetros al suroeste de Mósul se encuentra Nimrod, cuyas murallas aún se conservan, al igual que los restos de uno de sus zigurats (los templos en forma de pirámide de los asirios). A pesar de que, como en Nínive, gran parte de los bajorrelieves fueron trasladados por los europeos al Museo Británico de Londres y otros se encuentran en el Museo Arqueológico de Bagdad, la entrada al palacio de Asurnarsipal II aún permanece flanqueada por leones y toros alados.

De allí se llega a Asur, hoy rebautizado Talat Chergat, donde el dios de los asirlos tuvo su residencia hasta que Asurnarsipal II trasladó la capitalidad a Nimrod. A pocos kilómetros de allí se localiza el complejo petroquímico de Biyi y varios pozos de petróleo. También en esta región norte se encuentran los restos romanos de Hatra, una de las capitales del imperio de Oriente, junto con Palmira (Siria), Petra (Jordania) y Baalbek (Líbano). Justo al lado se localiza la base aérea de Klara, uno de los objetivos de los aviones aliados que despegan del aeropuerto turco de Incirlik.

Algo posteriores son los restos del Arco de Tesifón, en la ciudad de Al Madaín, 30 kilómetros al sur de Bagdad. La mayor bóveda construida de ladrillo en todo el mundo, con 37 metros del altura, 25,5 de ancho y 48 de largo.

La parte inferior de las murallas que la sustentan tienen siete metros de espesor. En las cercanías se encuentra el complejo químico-nuclear de Altuiza.

Siguiendo hacia el sur, hallamos la Puerta de Uasit, ruinas de la época de los omeyas. En los alrededores, la base aérea de Bin al Yaraj, otro de los objetivos de la aviación aliada. Pero lo más destacado de esta región es, sin duda alguna, los restos de Ur, la más importante de las ciudades sumerias de Mesopotamia -estamos hablando de hace más de 6.000 años-, tanto el zigurat como el palacio del rey Shulgi. Además de los cercanos aeródromos de Talil y Yaliba, algunas fuentes sitúan allí una planta de productos químicos.

El paisaje se vuelve pantanoso y el río Tigris se une aquí con el Eúfrates, en un entorno paradisiaco en el que la Biblia sitúa el edén. Algunos habitantes de la zona incluso aseguran que en Qurna se encuentra todavía el árbol del bien y del mal. A lo largo de esta nueva vía de agua, que desde aquí se bautiza Chat el Arab (río de los Árabes), se extiende un paraje que incluye el mayor palmeral del mundo, con 35 millones de ejemplares censados antes de la guerra irano-iraquí. Era parada obligatoria para numerosas especies de aves en sus migraciones anuales.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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