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ECOLOGÍA

La Fundación Nobel se plantea ampliar los premios a la labor científica sobre el medio ambiente

Los científicos que se dedican a investigar temas relacionados con el medio ambiente afirman que su trabajo sufre la falta de respeto y reconocimiento hacia su labor. Muchos piensan que sus hallazgos sobre el deterioro de la Tierra y sus previsiones de inminentes cambios radicales pueden ser los más importantes avances en el conocimiento científico de este siglo, pero que son intrusos lo expresa simbólicamente el hecho de su exclusión de toda consideración seria para el Premio Nobel. La fundación que concede los galardones empieza a plantearse su posible ampliación a la ecología.

La falta de reconocimiento a la labor científica en el medio ambiente se debe en parte a la naturaleza de la ciencia ecológica. Como dice Herbert Bormann, de la universidad de Yale (Estados Unidos): "Al conceder premios como el Nobel se contemplan cosas que resaltan, en tanto que los científicos ecologistas intentan ofrecer un entendimiento de sistemas naturales enormemente complicados. Las personas que deciden un premio son científicos lineales: físicos, por ejemplo. Ven nuestro trabajo como algo sentimental, demasiado variable e inmanejable. Entonces la industria utiliza nuestra falta de resultados lineales para atacar la labor."Últimamente, la Fundación Nobel, que concede el codiciado Premio Nobel, ha tratado la posibilidad de reconocer los logros de los ecologistas. El presidente de la fundación, Stig Ramel, dice: "Hemos de tener en cuenta el riesgo de inflación de premios Nobel si creamos otros nuevos. Por otros aspectos de la vida conocemos las terribles consecuencias de la inflación".

Ramel afirma, sin embargo, que las clasificaciones del Nobel establecidas en 1895 -física, química, fisiología o medicina, literatura y paz-, y el de economía, añadido en 1968, no excluyen a los ecologistas. "Es muy posible premiar a alguien que ha influido en la Tierra a través de la química, por ejemplo", dice, "o en literatura, si ha escrito un gran libro".

La aseveración de Ramel sugiere que Rachel Carson, autora de Silent Spring (Primavera silenciosa), que puso de relieve los efectos perjudiciales del DDT, podría haber sido candidata a un premio de literatura, pero pocos ecologistas creen que el estamento científico lo permitiera.

El estadounidense Gene Likenstemas, del Jardín Botánico de Nueva York, dice: "No veo ninguna opción en ningún campo para que un ecologista puro gane el Premio Nobel por descubrimientos relacionados con la Tierra. Tomemos la química, por ejemplo. Los ecologistas no descubrimos nada en química, la utilizamos. Además, para los intereses establecidos no es lo más conveniente conceder premios que pongan sus actividades en entredicho".

'Lluvia ácida'

Pocos ecologistas han sufrido ataques más duros a su posición profesional que Likens. Sus evaluaciones del problema de la lluvia ácida en el este de Estados Unidos a principios de los años setenta indicaron una atmósfera gravemente alterada." Cuando se trata con temas importantes, como la lluvia ácida o el efecto invernadero, enseguida se corre la voz de que el trabajo es sentimental y se magnífica el más mínimo error", dice Orie Loucks, ecologista de la Universidad de Miami, en Ohio, y también víctima de los ataques políticos.

Pero si Likens, Loucks y otros han de recibir el reconocimiento mundial, es necesario un nuevo criterio para la concesión de premios. En el campo de la lluvia ácida, la lista podría incluir a Harold Harvey, de la Universidad de Toronto, cuyo trabajo en los años sesenta sobre los lagos alertó a los canadienses acerca de la amenaza de la acidez; Bernhard Ulirich, de la Universidad de Gotinga (Alemania), que descubrió la toxicidad del aluminio en los sistemas de raíces de los bosques de Alemania Occidental, y David Schindler, de la Universidad de Alberta (Canadá), que es considerado por algunos ecologistas como el más importante investigador hidrológico del mundo.

El Nobel y la mayoría de los premios científicos se conceden por descubrimientos que prolongan la vida humana o que tienen un aspecto económicamente rentable para el establecimiento de nuevas industrias. Por otra parte, debido a los efectos secundarios de la industriaización sobre los sistemas terrestres, los ecologistas se han convertido inexorablemente en los portadores de malas noticias. Como dice Schindler: "Los políticos creen que todos los científicos son locos izquierdistas y apocalípticos, pero son más de derechas que de izquierdas. Son muy conservadores y, de hecho, no predijeron los efectos de la lluvia ácida, el agotamiento del ozono ni el calentamiento del clima".

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