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El Kremlin se lanza sobre el Báltico a la sombra del Golfo

Pilar Bonet

La atención mundial es acaparada hoy por la crisis del Golfo, como en 1956 lo estuviera por la crisis del canal de Suez. Aprovechando aquella distracción, los tanques soviéticos invadieron Hungría. Hoy los lituanos temen que Moscú pueda aprovechar de nuevo la ocasión para hacer rodar sus tanques sobre el Parlamento. No sería un conflicto local, dicen, sino un ejemplo para otras regiones de la URSS y para el mundo en general.

ENVIADA ESPECIAL, La operación para acabar por las buenas o por las malas con las instituciones de orientación independentista democráticamente elegidas en Lituania ha sido cuidadosamente preparada en Moscú con el visto bueno de Mijaíl Gorbachov.Esta tesis viene corroborada por las informaciones fragmentarias que van dibujando las fronteras de la reforma en la URSS tal como es concebida por su principal artífice, el presidente del Estado, dotado de amplísimos poderes.Una de esas fronteras es la unidad del Estado, algo que dado el grado de afirmación nacional en diversas repúblicas de la URSS, es dificil de concebir sin víctimas y sacrificios.

Los planes para poner fin a las tendencias centrífugas que desintegran la URSS comenzaron a gestarse hace tiempo. Varias fuentes de la Administración central han señalado el mes de octubre de 1990 como la fecha del inicio de diferencias fundamentales en el equipo de Gorbachov. Estas diferencias se liquidaron con el cese del ministro del Interior, Vadim Bakatin, seguido de la dimisión de Edvard Shevardnadze, el ministro de Exteriores, en diciembre. La "dictadura en ciernes" de la que advertía Shevardnadze ha producido también el eclipse de funcionarios más modestos que se apartaron de los centros de decisión para evitar responsabilidades en la política iniciada.

Los ministros de Defensa e Interior, Dmitri Yázov y Borís Pugo, respectivamente, han responsabilizado a los mandos locales de la toma de la torre televisiva en Vilna, saldada con 14 muertos. Gorbachov ha hecho recaer la responsabilidad política de la matanza sobre la dirección lituana.

"La afirmación de que un mando local tomó de forma independiente la decisión de llamar a unidades de élite es ridícula. De tales acciones debe responder el ministro de Defensa", señalaba el general Borís Nikíforovich, comandante de las Fuerzas Aéreas del Noroeste, a una agencia de noticias de Estonia. El general VIadírnir Usjopchik, jefe de la guarnición de Vilna, por su parte, dejó bien clara en la tarde del 12 de enero su lealtad al presldente de la URSS, evitó defirtirse frente a las autoridades lituanas y negó tener relación con el Comité de Salvación Nacional (CSN), creado la víspera.

En base a su experiencia como miembro de la comisión investigadora de los sucesos de Tbilisi, la intervención militar contra civiles desarmados el 9 de abril de 1989, Vitas Tomkus, el director del diario Respublika de Vilna, dijo que el envío de tropas de élite sólo puede hacerse con el consentimiento de Gorbachov o Yázov.

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El general Achálov, viceministro de Defensa, y el general Varénnikov, jefe de las tropas de infantería, ha estado en el Báltico estos días, y no sólo ellos. Una fuente ha manifestado confidencialmente que unidades de élite fueron trasladadas a Lituania hace aproximadamente semana y media y que una unidad especial del KGB dirigió el asalto a la torre de la televisión. Esta fuente, vinculada con el Ejército, ha dicho que la toma del Parlamento lituano -un lugar que apenas abandona el presidente Vitautas Landsbergis, temeroso por su vida- forma parte de los planes para reinstaurar el poder soviético en la república. Para ello no hay una fecha fija, ya que los esquemas de la acción son móviles, señalaba esta fuente.Por otra parte, un miembro del Comité Central del Partido Comunista Lituano (PCL) decía que la toma del Parlamento irá seguida por la instauración del régimen presidencial en Lituania. Este dirigente comunista hablaba a condición de guardar el anonimato. El régimen presidencial, que sustituye desde Moscú a los órganos locales, es una de las exigencias del CSN, que opera desde la sede del PCL. Este partido, según una ley aprobada por el Parlamento lituano, es Ilegal por estar sometido a lo que en la terminología local es "una potencia extranjera", la URSS.

El CSN es tal vez un invento de líderes comunistas como VIadislav Shved o el general Naudzhiunas, un lituano que fue jefe político en el cosmódromo de Bal kanur, en Kazajstán. Jusas Jermollaviclus, el ideólogo del PCL, que dice actuar como enlace con el CSN, rechaza las peticiones de entrevistas por motivos de seguridad. Un organismo semejante ha sido creado en Letonia, donde los integrantes han dado sus nombres. Entre ellos hay cinco militares y el jefe de los comunistas letones, Alfred Rublks.Las exigencias del Estado

En toda la URSS se da hoy un deslindamiento de las fuerzas políticas que han desempeñado un papel en la perestroika. El deslindamiento afecta también a los periodistas, enfrentados a la opción de luchar por la libertad de prensa o plegarse a las exigencias de la dirección del Estado, partidaria de abolir la ley que garantizaba la libertad. La independencia de criterio que mantiene el periódico Komsomólskaya Pravda puede costarle muy caro. Gorbachov ha reaccionado muy mal ante las informaciones sobre Lituania dadas por este periódico, según miembros de la redacción.

La resistencia del tejido democrático en la URSS está hoy a prueba. El miércoles por la noche, una comisión dirigida por Guenadi Burbulis, el representante personal de Borís Yeltsin, trataba de concluir rápidamente un acuerdo entre Lituanla y Rusia que no había sido posible antes. Se trata de un símbolo, porque no está claro el valor de tal acuerdo ante los poderes fácticos. Yeltsin, afirmaba un hombre de su confianza, tiene buenas relaciones con algunos generales que le escuchan, pero la cumbre del Ministerio de Defensa está bien controlada por Gorbachov. El apoyo a los demócratas viene de más abajo. Yeltsin ha exhortado a los soldados rusos a no empuñar las armas contra civiles, y les ha creado un conflicto de lealtades que se evidencia incluso entre quienes han sido movilizados en Lituania. Dada la condición de superpotencia de la URSS, es dificil decir cuál es el mal menor: un Ejército unido con quienquiera que esté o un Ejército dividido.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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