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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La isla aislada

EN LA Cuba que acaba de celebrar el 320 aniversario de su revolución, los discursos oficiales, la propaganda, los artículos en Granma, dan una impresión triste de uniformidad y vetustez, como si el mundo se hubiese parado. Ante la proliferación de las viejas consignas de Patria o muerte, venceremos y el reiterado anuncio de la victoria universal del socialismo es difícil saber qué porcentaje de funcionarios del régimen se deja aún impresionar por ese lenguaje que en el resto del mundo tiene el olor rancio a cosa de otro siglo. Pero es seguro que para la inmensa mayoría de la población las preocupaciones son de índole totalmente distinta. Lo que domina es la angustia por la vida de cada día. Los alimentos, la ropa, los productos de consumo, están casi todos racionados. Fuertes restricciones afectan a la gasolina, a los transportes, a la electricidad. Cuba vive en una economía de guerra calificada de "periodo especial en tiempos de paz".Lo peor de esta situación es que no se le ve solución. Las medidas para utilizar bicicletas y bueyes en el transporte, el fomento de la marcha al campo de trabajadores urbanos, son parches muy discutibles para evitar un empeoramiento brusco. Los pueblos aceptan restricciones, incluso muy duras, durante una etapa. Pero el momento cubano se caracteriza por la ausencia, mirando hacia el futuro, de toda posibilidad de mejoría; en el marco, claro está, de la política que Fidel Castro ha definido. Es cierto que en el intercambio rutinario de mensajes de Año Nuevo entre Castro y Gorbachov éste habla de conservar la amistad; pero al aludir a los mutuos intereses recuerda algo dramático para Cuba: se acabó la época en que recibía el petróleo -tan decisivo en una isla sin fuentes de energía- en condiciones privilegiadas.

Por otra parte, un dirigente cubano, en referencia a los países europeos ex socialistas, ha dicho que los Gobiernos los abandonan, pero no los pueblos. ¿Cabe mayor ceguera a la luz de los resultados electorales en esos países durante 1990? La verdad es que el proyecto de Fidel estaba orgánicamente ligado a la existencia de un campo socialista que se enfrentaba a un mundo capitalista y que al final debía vencerlo. Ese esquema ha sido borrado por la historia. Seguir agarrado a algo que está muerto es firmar la propia sentencia. Actitud doblemente absurda cuando lo que Castro pretende es mantener a machamartillo un modelo no cubano, sino importado del extranjero: la economía estatalizada, el partido único, la ideología y la cultura uniformadas son los rasgos propios del modelo soviético, cuyo fracaso es hoy asumido por el propio partido comunista de la URSS. Cuba está obligada a escoger: bien aislarse más y más en una economía cuartelaria, o buscar un nuevo lugar, en su marco natural, que es obviamente el de América Latina, para su propio desarrollo y para ocupar un espacio en la vida internacional.

La visión de que el más mínimo paso para dar cancha al pluralismo se traduciría en una avalancha de Estados Unidos que sometería a Cuba a una nueva supeditación, con baños de sangre, es caricaturesca. A diferencia de otros jefes de antiguos regímenes comunistas, Castro conserva un resto de simpatías en numerosos países -como España-, sin duda por la audacia con la que mantuvo una posición independiente a pocas millas del gigante norteamericano. Simpatía que se acompaña hoy del deseo de que sea capaz de facilitar él mismo los cambios que Cuba necesita. Y de una creciente decepción a medida que se atrinchera mirando al pasado. Diversos signos indican que incluso en el exilio cubano maduran condiciones que facilitarían una evolución por vías de sensatez. Sectores democráticos de ese exilio propugnan un diálogo nacional que preparase un tránsito lo menos traumático posible -con la participación del Gobierno- hacia un pluralismo reconocido, una apertura a las nuevas realidades. Sería lamentable que las posibilidades de avanzar por tal camino no fuesen aprovechadas.

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