Universidad y 'mass media'
Es imposible pensar en el futuro y en el presente de la institución universitaria sin reflexionar sobre un hecho: la Universidad contemporánea vive en un universo dominado por los medios de comunicación de masas. Es pues imposible que no se vea en alguna medida condicionada o por lo menos influenciada. Preguntarse qué sea hoy la Universidad significa también (o principalmente) cuestionarse sobre cuál es la condición de la Universidad en la civilización de los mass media.Si este tema se debe exponer con una noble mala fe, mi intervención duraría pocos minutos. Diría que los mass media son el vehículo de la banalidad, de la diversión superficial fin en sí misma, diría que buscan lo nuevo por lo nuevo, que se nutren de divulgación y tratan de producir el consenso de las masas. Diría que la universidad es por el contrario el lugar de la investigación original, de la reflexión sesuda y sufrida, que mantiene un hilo directo con la tradición, que sospecha de las novedades y de lo fácil, que quiere producir una continua revisión crítica del saber y busca el consenso de una élite.
Si dijéramos de esta manera, no sólo movilizaríamos fáciles estereotipos, sino que olvidaríamos que mass media -es decir, instrumento de comunicación de masas- son también los libros. Se produce comunicación de masas cuando un emisor centralizado comunica, a través de un canal tecnológicamente complejo, un mensaje que llega a una comunidad de receptores dispersos sobre un amplio territorio y que son diversos por su extracción social, su cultura y a menudo su lengua. Rasgo típico de la comunicación de masas es el no ser una comunicación frente a frente. El que transmite no sabe a quién va a hablar y decide adecuar su discurso propio a un interlocutor, de quien no puede recibir un feed-back inmediato
Es necesario reconocer a la institución universitaria el haber sabido afrontar, aunque sea a través de muchas resistencias, el primer estudio sistemático de la civilización de las comunicaciones de masas, dedicando escuelas y departamentos al estudio de este fenómeno. (...) La Universidad estudia los mass media y ha contribuido a difundir actitudes de resistencia crítica incluso entre el gran público.
Existen en las universidades de todo el mundo centros que adiestran a los estudiantes para trabajar según el estándar vigente en los periódicos, en las cadenas de televisión y las editoriales. En principio, la cosa no es extraña, dado que la Universidad enseña cómo se llega a ser abogado, médico o notario. Pero estas últimas profesiones nacieron junto a las escuelas que las enseñaban, y tales escuelas han podido enseñar al mismo tiempo el ser y el deber ser.
Por el contrario, los periódicos, la publicidad, el cine y la televisión nacieron antes que las escuelas que hubieran podido definir las condiciones ideales. Así se da la paradoja de que en una misma Universidad el departamento de técnica de la comunicación enseña una práctica que los departamentos de ciencias políticas o de filosofía critican como ilícita.
Se puede pensar que la Universidad pueda vivir sobre esa pluralidad de puntos de vista. Pero desgraciadamente, allá donde eso ocurre, no se da un ejemplo de integración de las perspectivas. Los estudiantes de ciencias de la información aprenden a ser periodistas según el criterio corriente, y los estudiantes de Filosofía aprenden a criticar el periodismo como una perversión del deber de búsqueda de la verdad. Ambas perspectivas pueden coexistir noblemente en el ordenamiento académico, pero las dos líneas de pensamiento influenciarán dos clases distintas de ciudadanos.
Aunque muchos de sus representantes se obstinen en ignorarlo, la Universidad usa mass media para bien o para mal.
Masificada.
Hay algunas funciones didácticas que la Universidad asumía y que ahora son asumidas por los mass media. (...) Si una Universidad está masificada y mil estudiantes no pueden encontrar sitio en un aula para escuchar a un solo profesor, la alternativa óptima no es un vídeo sino la consecución de tres aulas con tres profesores.
Podemos fingir ignorarlo, pero el mundo universitario usa los medios de masas como instrumento de presión en las disputas entre escuelas y corrientes (...). Los mass media han mezclado incluso a la Universidad en el star system, de manera que a menudo nos preguntamos si la fama de un profesor está vinculada realmente a su pensamiento o a la imagen de que él construye la televisión y los periódicos. El sistema es tan férreo que, como habrán visto ustedes, incluye tanto a los partidarios de la presencia como a los retraídos. El star system consigue transformar en noticia no sólo la petulancia de quien se asoma cada día a las pantallas de televisión, sino incluso la retracción de quien viva retirado. El star system transforma en noticia incluso la ausencia. No sólo es noticia quien publica un libro cada año sino incluso y sobre todo quien no lo publica nunca (...).
Igualmente embarazosa es la influencia de los mass media sobre los estudiantes. La revuelta estudiantil de 1968 estuvo influenciada por la intervención de los mass media, los cuales favorecieron su reproducción casi contemporánea en países diferentes con situaciones análogas (...).
Pero si en el caso de 1968 se puede hablar de un fenómeno que habría explotado igualmente a causa de la necesidad histórica, son distintas las reflexiones que cabe hacer en el caso de muchas reproducciones del 68 en formato reducido. A menudo éstas han nacido solamente porque grupos estudiantiles tendían a uniformarse con la imagen que de los estudiantes deban los medios de masas. El Che Guevara ha sido un hombre que creía en lo que hacía y que pagó con la vida sus propias convicciones. Pero la imagen del Che, reproducida hasta el límite de la caricatura por jóvenes de creencias mucho más débiles e inclinados el arrepentimiento casi instantáneo, ha sido un producto de mass media. Permítanme que me refiera a una experiencia personal. Hace unas semanas vi por la noche, en el Telediario, que había violentas manifestaciones de los estudiantes de enseñanza media en París. A la mañana siguiente, como tenía que ir a un congreso al otro lado de la ciudad, decidí levantarme una hora antes. Sabía que el centro estaría bloqueado por manifestaciones de los estudiantes milaneses y el taxi tendría problemas para atravesarlo. Lo sabía porque soy un estudioso de los mass media: sabía que la noticia de los movimientos parisinos habría convencido a los estudiantes italianos a hacer otro tanto. Los problemas por los que los estudiantes italianos podían protestar eran tan reales y existían desde hace tiempo; pero ellos protestarían sólo cuando los mass media les hubiera recordado que era posible (y pintoresco) hacerlo. Finalmente, los mass media tienden a espectacularizar la vida universitaria. El anuncio de una investigación es captado y presentado como el de un descubrimiento, un experimento prudente se populariza como la consecución de una panacea universal. Es inútil decir que el investigador serio tratará de rehuir estas espectacularidades. Pero será su víctima en cualquier caso, más o menos consentida, y lo será tanto más cuanto más haya buscado mantenerse distante del círculo de los medios de masas, ignorando las insidias.
La facilidad de publicar, de producir prepublicacines, de imprimir mediante computers y de comunicar cibernéticamente los trabajos uno o dos años antes de su publicación (incluso con mucha frecuencia cuando nadie esté dispuesto a publicarlos) está provocando un colapso de la comunicación científica, que nadie consigue resistir. Tal crecimiento exponencial del material científico disponible incide dramáticamente en la separación de saberes. Cuando un investigador recibe diariamente centenares de páginas sobre su propio tema de investigación científica se aisla definitivamente de cualquier otra encuesta en otro campo.
'Abstract'
Desafortunadamente es ya imposible para el investigador estar al corriente de los hallazgos de su propia especialidad. De ello se sigue el consumo de abstracts. Un abstract es un texto interpretado y filtrado por otro. Así, el primer derecho/deber del estudioso, que es el de leer, interpretar y juzgar autónomamente un texto, queda delegado al redactor o al editor del abstract.
Junto a la dictadura de los abstracts situaría la amenaza de las bibliografías totales. Una bibliografía debe ser conquistada. Una bibliografía total no sirve para nada, porque es inconsultable. El investigador que apretando una tecla recibe sobre un tema de su elección una bibliografía de 10.000 títulos, no sólo no leerá los libros sugeridos, sino ni tan siquiera la bibliografía.
Extracto del discurso de
Babelia
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