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"Soy patriota de mi bahía de Cádiz", dice Alberti en su 88º cumpleaños

Clausura del congreso sobre la generación del 27

Margot Molina

El poeta Rafael Alberti, el eterno marinero en tierra, tiene ya 88 años. Los cumplió ayer diciendo que era "patriota" de su bahía de Cádiz. Una gran fiesta que se celebró en El Puerto de Santa María la madrugada del pasado sábado, y a la que acudieron 700 personas, fue también la clausura del congreso que sobre la generación del 27 se ha desarrollado en Cádiz y al que han asistido Juan Marichal, Ángel González, Jon Juaristi, Rosa Chacel y Francisco Ayala.

Una pecera con agua de la bahía en la que nadaba un róbalo, además de varios camarones, fue el regalo que más emocionó al poeta portuense. La idea partió de la fundación de la Diputación Provincial de Cádiz que lleva su nombre, "para que él pueda ver en todo momento la bahía". El autor de La arboleda perdida recibió también del Ayuntamiento de El Puerto de Santa María una capa española y un bastón con empuñadura de plata que aluden al título del congreso, Tradición y vanguardia."Soy patriota de mi bahía de Cádiz", dijo emocionado Alberti justo después de apagar, tras varios intentos, las 88 velas que coronaban una enorme tarta de 50 kilos de peso. La fiesta, que se celebró en el antiguo monasterio de las Capuchinas, comenzó realmente cuando el poeta recitó unos versos de su famoso Marinero en tierra.

Los novelistas Francisco Ayala y Rosa Chacel, así como José Bello, el miembro de la Residencia de Estudiantes amigo íntimo del grupo, y Alberti, rememoraron el pasado sábado el ambiente cultural de los años treinta en una mesa redonda titulada Memoria viva del 27.

Inventar poesía

Al acto, que clausuraba la serie de conferencias y actividades culturales del congreso, excusaron su asistencia Isabel García Lorca, la hermana del autor granadino, y Solita Salinas, por motivos de salud. El coloquio giró en tomo a personajes y anécdotas de la década de los treinta, como García Lorca, Buñuel y Dalí. Alberti hizo hincapié en el espíritu de la época, en la que "tratamos de inventar poesía que no fuera poesía. Compusimos sin melodía, sin ritmo". "Los dos versos más perfectos que compusimos, mi amigo Pepín Bello y yo, son: 'Éste es el perro del hortelano / que tiene la cola atrás y la cara delante'. Luego hicimos otras cosas, pero la ruptura nos suponía un gran esfuerzo", confesó Alberti.Para la novelista Rosa Chacel, el manifiesto de la generación del 27 es la carta abierta que Alberti publicó al final de su libro Cal y canto. "Aunque no viví el principio del grupo porque estaba en Roma, cuando regresé a España en 1927 comprendí la importancia del movimiento y la influencia que tenía en todos nosotros la obra de Góngora", dijo Chacel.

El novelista granadino Francisco Ayala se refirió al ambiente de optimismo que se vivía en la España cultural de la época y cómo la guerra civil lo cambió, convirtiéndolo en literatura existencialista.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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