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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Lagartos y mafiosos

Docente universitario, autor de un documentado estudio sobre el cine de la Depresión (We're in the money), Andrew Bergman destacó hace algún tiempo como autor de un par de novelas policíacas, protagonizadas por un mismo personaje, el detective judío Jack-LeVine, en cuya minuciosa ambientación histórica se veía la mano del conocedor profundo del turbulento período final de la Segunda Guerra Mundial y de la "caza de brujas" que sacudió a Hollywood. Ahora, con El novato, ha logrado que muchos añoren la probablemente feliz época en que se mantenía lejos del cine activo y se dedicaba a la escritura y a la docencia.El novato es la segunda película en poco tiempo de un reciclado Marlon Brando. Es, para bien y para mal, la película de un cinéfilo que antes de hacer cine se acostumbró a desmenuzarlo, y que, a lo que se ve, tiene alguna cuenta pendiente con la profesión, como queda de manifiesto en el único -único- detalle simpático del filme, el retrato despiadado del teórico y profesor de cine del joven y atribulado protagonista, Matthew Broderick. Pero la cinefilia no se concreta sólo en un detalle meramente anecdótico como es, a la postre, este retrato, sino que impregna el conjunto del relato, hasta hacer del film una suerte de cita continua, desde La calle 42 hasta, justamente, el homenaje a Coppola y al personaje de Vito Corleone que hiciera de Brando el mayor resucitado de los setenta.

El novato

(The Freshman). Director y guionista: Andrew Bergman. Fotografía: William A. Frake Música: David Newman. Produccion: Mikel Lobell para Tri-Star, EE UU, 1990. Intérpretes: Marlon Brando, Matthew Broderick, Bruno Kirby, Penelope Ann Miller, Jon Polito, Maximilian Schell. Estreno en Madrid: cines Avenida y Parquesur.

Sólo a partir de este recurso a la cinefilia se entiende la presencia del actor, que se suma gozoso a la autoparodia imitando la voz desfalleciente del viejo padrino y que hace de su trabajo el motivo último de existencia de este film. Y sólo desde la broma cinéfila se entiende que el argumento de esta peripecia con mafiosos, que aprovecha la moda pasajera que experimenta el mundo de la mafia para proponer la infiltración de ésta en toda clase de actividades lucrativas, pueda ser leído como una metáfora del funcionamiento mismo del filme. La broma que propone no es más que el filme mismo, que sufre el espectador paciente que se acerca al cine a verla. Y muy poco más.

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