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Bush culmina en Caracas el 'reencuentro' de EE UU con su vecinos continentales

El presidente George Bush puso fin ayer a una gira de siete días por cinco países latinoamericanos destinada a establecer un nuevo clima en las relaciones entre Estados Unidos y sus vecinos continentales, marcadas durante años por incomprensiones, recelos y desconfianzas, cuando no antagonismos y enfrentamientos abiertos. En palabras de su último anfitrión, el presidente venezolano, Carlos Andrés Pérez, se trata de buscar un "reencuentro" entre Washington y los países al sur del Río Grande. Algo no bien visto por los estudiantes venezolanos, que protestaron con violencia contra la visita.

"La Iniciativa de las Américas [el proyecto propiciado por Bush para crear una zona de libre comercio entre AIaska y la Tierra del Fuego] ha abierto transparentemente la solución al desencuentro histórico que nos ha confundido tantas veces", dijo Pérez en unas palabras pronunciadas al final de una cena ofrecida al presidente norteamericano en La Casona, residencia oficial del jefe del Estado venezolano.Desde los tiempos, de John F. Kennedy con su Alianza para el Progreso, ningún ocupante de la Casa Blanca se ha preocupado más que George Bush en intentar un entendimiento con los países latinoamericanos sobre bases de igualdad y reciprocidad. Sus largos años de residencia en Tejas y su paso por puestos claves de la Administración estado unidense han influido decisivamente en esta querencia de Bush hacia los países de Amériea Latina.

Su viaje es el primer periplo político de un presidente norteamericano a varios países surarnerilcanos desde los tiempos de Dwight D. Eisenhower en 1960.

Relaciones con Iberoamérica

En sus escalas en Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y ayer Venezuela Bush se ha esforzado en todos sus discursos en resaltar ante sus audiencias la importancia que su presidencia concede a sus relaciones con Iberoamérica y el futuro prometedor que espera al hemisferio si todos los países terminan con el proteccionismo y las trabas al libre comercio.

El apoyo de Bush a los procesos democráticos latinoamericanos es total e inequívoco.

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Su decisión de mantener su visita a Buenos Aires, anunciada a las pocas horas del levantamiento de los carapintadas y cuando todavía no se conocía el resultado de la intentona, fue unánimemente elogiada por todos los Goblernos del continente.

Igual actitud adoptó en Chile, donde, a pesar de estrechar la mano del general Augusto Pinochet, aprsivechó sus intervenciones públicas para defender calurosamente la transición del país hacia la democracia y para referirse a "la frustración de años de autoritarismo".

Su Iniciativa para las Américas, basiada en la liberación del comercio, en la promoción de las inversíones extranjeras y en la cancelación de las deudas de Gobierno a Gobierno -una parte ínfima del endeudamiento de los países latinoamericanos, que asciende a más de 250.000 millones de dólares-, parece ser la medicina adecuada para unos países que se han convencido de que el crecimiento debe llegarles, no de las ayudas económicas, sino del íncremento del comercio.

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