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Gorbachoy y Yeltsin unen esfuerzos para evitar el hambre

Pilar Bonet

Las rivalidades políticas entre Mijaíl Gorbachov, presidente de la Unión Soviética, y Borís Yeltsin, presidente de la Federación Rusa, fueron ayer dejadas de lado en nombre de un objetivo urgente: abastecer de alimentos a Rusia y salvar del hambre a la mayor y más importante república de la URSS mediante una reforma agraria que comenzó ayer a discutirse en el Congreso de los Diputados ruso.

Mijaíl Gorbachov se pasó ayer toda la jornada sentado en solitario en el palco de invitados de honor del palacio del Kremlin, donde se había reunido el superparlamento ruso, formado por unos 1.100 diputados. En pie, como el resto de los asistentes, el presidente de la URSS escuchó los compases del nuevo himno nacional ruso, basado en una melodía del siglo XIX del compositor Mijaíl Glinka, ejecutados por una banda de música en uniforme de gala.

"La soberanía de Rusia no amenaza al centro", dijo Borís Yeltsin en un discurso de apertura en el que consideró "inaceptable la Iógica de enfrentamiento" y de "lucha política" anunciada por Gorbachov hace unos días. Esta lógica, dijo Yeltsin, "va en contra del pueblo y no puede traer ningún resultado positivo". "No nos queda tiempo pana esta lucha", dijo el presidente de la Federación Rusa en medio de aplausos.

Clima de diálogo

Yeltsin tuvo algunos otros reproches hacia la política de Gorbachov, pero su intervención dejó las puertas abiertas al diálogo, que de hecho se produjo poco después. Durante el primer descanso, Gorbachov y Yeltsin conversaron brevemente. Al reiniciarse la sesión, el clima de entendimiento se había reforzado. Ello se evidenció con la introducción en el orden del día del Congreso de un nuevo punto que formalmente se denomina "intercambio de opiniones sobre los problemas relacionados con la firma del Tratado de la Unión".

Tal ampliación del orden del día para discutir el documento propuesto por Mijaíl Gorbachov supone un compromiso entre los representantes rusos, que hasta anteayer se negaban a debatir el Tratado de la Unión, y la dirección soviética, partidaria de que se firme cuanto antes.

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En los pasillos del Kremlín, Mijaíl Gorbachov manifestó su satisfacción por la decisión tomada e insistió en la necesidad de crear una unión de Estados soberanos en la cual "cada pueblo se sienta seguro, después de haber recibido sus derechos", y al mismo tiempo se mantenga la integridad del Estado.

Ayer, el Sóviet Supremo de la URSS aprobó una ley que delimita los ámbitos en los cuales se podrá realizar un referéndum. De acuerdo con esta ley, las fronteras de la URSS y de las repúblicas, los cambios de estatuto y territoriales de los sujetos de la federación, la defensa y la seguridad del Estado no pueden ser objeto de referéndum.

La reforma agraria, que contempla la propiedad privada de la tierra y medidas de apoyo para los agricultores por cuenta propia, fue defendida ante los parlamentarios por el jefe del Gobierno ruso, Iván Silaiev.

La ley de la reforma agraria contempla la coexistencia de la propiedad estatal y la propiedad privada de la tierra y no permite a los extranjeros convertirse en propietarios de la misma. Quienes fueron propietarios en Rusia antes de la Revolución de 1917 no tendrán ningún derecho a reclamar sus antiguas posesiones y deberán someterse a las normas generales. Los sóviets o consejos serán los encargados de proceder a la distribución de la tierra y a vigilar el uso que se haga de ella.

Sólo después de cinco años de recibir la tierra, sus propietarios podrán proceder a operaciones de compraventa que serán controladas por los sóviets locales.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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