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EL CONFLICTO DE ORIENTE PRÓXIMO

Bush afirma que sus tropas permanecerán en el Golfo hasta que Irak sea expulsado de Kuwait

ENVIADOS ESPECIALES El presidente de Estados Unidos, George Bush, lanzó ayer desde Dahran un nuevo aviso al líder iraquí, Sadam Husein, al anunciar a los 230.000 militares norteamericanos y demás contingentes aliados que se hallan estacionados en Arabia Saudí que no se marcharán de la zona "hasta que el invasor sea expulsado de Kuwait". Bush visitó en el Día de Acción de Gracias cuatro unidades militares de EE UU en el golfo Pérsico, a las que trató de animar.

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En el séptimo día de su viaje por Europa y Oriente Próximo, Bush y su esposa, Barbara, se desplazaron ayer hasta la provincia oriental de Arabia Saudí, centro estratégico de la Operación Escudo del Desierto, para celebrar el Día de Acción de Gracias junto a sus tropas.Bush llegó a la base aérea King Abdulaziz de Dahran con la intención de animar a sus hombres, pero su frío carácter impidió que sus primeros discursos se convirtieran en arengas eufóricas, pese a los gritos, sonrisas y aplausos que le tributaron los soldados. Tan sólo su última intervención, ante los marines, tuvo algunos detalles más humanos, al referirse a la celebración del Día de Acción de Gracias en los hogares norteamericanos.

"Estamos aquí para proteger la paz, la libertad, el futuro y las vidas de inocentes", explicó el presidente, rodeado de un ambiente repleto de la parafernalia típica de una zona de combate, ruidos constantes de helicópteros y de aviones despegando, fortificaciones con sacos de tierra, tiendas camufladas y vehículos todo terreno.

El presidente Bush, que efectuó discursos similares en sus cuatro visitas a unidades de los cuatro cuerpos del Ejército norteamericano, justificó la presencia de las tropas aliadas en la zona por la necesidad de preservar "no sólo los derechos de Kuwait como país libre", sino también la de garantizar "la seguridad energética, que representa seguridad nacional tanto para nosotros como para todos los países del mundo".

Acompañado por su esposa, que apareció vestida con una guerrera militar de camuflaje, el presidente visitó el campamento de la 24ª División de Infantería, donde fue instruido en el uso de caretas de gas y comió su primer plato de pavo del día, en el que no faltaban salsa de piña y puré de boniato. Ayer se sirvieron en el desierto árabe 47 toneladas de pavo.

Bush, comandante en jefe de todas las fuerzas militares norteamericanas, vestía unos pantalones de color caqui y una camisa azul celeste, que contrastaba con las guerreras de camuflaje del desierto de las tropas. Bush se paseó a muy pocos kilómetros de la frontera entre Kuwait e Irak, donde las tropas de Sadam Husein han cavado una gran zanja defensiva.

Bush recordó a los soldados que conocía perfectamente sus sentimientos en estos momentos de tensión y que él mismo vivió otro Día de Acción de Gracias lejos de casa, cuando pilotaba un avión de combate en 1943 en el Pacífico.

"Estamos aquí por un problema mundial real y no volveremos a casa hasta que el trabajo esté terminado". Otro de los argumentos utilizados por el político fue el peligro potencial que representa Sadam Husein: "Debemos sacrificarnos ahora o pagar más tarde el uso por parte de Husein de armas de destrucción masiva".

Poco después, y siempre utilizando un helicóptero protegido por un sistema de seguridad aérea increíble, el presidente se trasladó al USS Nassau, un buque de transporte aéreo y buque insignia de la Operación Trueno Inminente.

Hoy mismo, el presidente Bush viaja a Ginebra para entrevistarse con el presidente Hafez el Asad de Siria.

La crisis del Golfo, las relaciones bilaterales y la cooperación económica llenan la agenda de la visita a Egipto iniciada anoche por el presidente estadounidense, George Bush, informa desde El Cairo Ángeles Espinosa.

Durante las 19 horas de su estancia en El Cairo, Bush se entrevistará por dos veces con el rais egipcio, Mohamed Hosm Mubarak, en un gesto que este país interpreta como la ratificación norteamericana de su liderazgo en la región. Según los analistas políticos, el viaje de Bush pretende configurar su decisión final sobre la crisis.

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