Demasiado ingleses para ser franceses
Les liaisons dangereusesMontó esta obra en Londres la Royal Shakespeare Company y creó un éxito. La imitó el cine, que tomó sus escenas de esta obra más que de la famosa novela de Choderlos de Laclos, que la publicó en 1782, a los 41 años: fue el único éxito de su vocación de escritor, probablemente por el toque literario de libertinaje, de juego de complicildades, de la astucia en la corrupción de una menor -que entonces se consideraba divertido incluso para la menor misma, que así entraba de la mano de expertos en la vida galante dieciochesca- y que ha escandalizado durante mucho tiempo.La película ha superado a la obra de teatro de Christopher Hampton -en España se dio de él, hace algo más de un año, Eclipse total, con traducción de Miguel Sierra-, y su representación aquí decepciona algo.
De Christopher Hampton, según la novela de Choderlos de Laclos
Interpretación de la Royal Shakespeare Company. Escenografía y vestuario de Bob Crowley. Música de llona Sekacz. Dirección de David Levaux. Festival de Otoño. Teatro Albéniz, 15 de noviembre.
Diálogo
Algunas personas vieron sólo el primer acto -yo entre ellas, llamado por otro trabajo simultáneo-; la base de la representación en el diálogo desesperó a esa inmensa mayoría de españoles que creen saber inglés y en la prueba definitiva no entienden nada. Hay un solo decorado de boudoir, muy femenino, como toda la representación, con trapos colgando por todas partes y un buen logro de luces: el autor tiene la sana libertad de representar escena por escena dejando a la imaginación el cambio de alcobas o lugares.También resulta afeminado el personaje de Valmont, representado por Pip Miller -este actor tiene una voz considerablemente desagradable-, quizá por un deseo de mostrar una cierta naturaleza del hombre dedicado a las mujeres, del hombre galante.
La imitación de franceses dieciochescos por sólidos actores británicos puede ser perfectamente creíble para los espectadores ingleses: aquí resulta una obra inglesa, con su finura de diálogo y su colocación de frases divertidas, irónicas y ligeramente perversas, y el uso continuo de madame y de monsieur fastidia precisamente por su idea de imitación.