Escalofriante crueldad
Novela alegre y cortesana, el Tirant posee, sin embargo, momentos de escalofriante crueldad: en el capítulo 35, el rey ermitaño frota a su hijo pequeño contra un moro muerto para acostumbrarlo a la sangre; en el 60, el protagonista ultima al derrotado caballero de Muntalt por el salvaje procedimiento de hundirle la daga en un ojo, golpeando con la mano libre el pomo del arma para hacer más efectivo el golpe... "Eso estaba codificado, y peor que la muerte era para el caballero la ceremonia de deshonra", señala Martín de Riquer; "en Tirant no hay ni más ni menos crueldad de la que había en la sociedad de aquel tiempo, y en mi opinión, la nuestra no le va a la zaga. En todo caso, no tenemos que identificarnos con los personajes del Tirant; yo, cuando me preguntan por la actualidad del Tirant, siempre digo que Tirant no es actual: era actual en el siglo XV. Eiximenis, que era franciscano, cuando habla de cosas militares lo hace en los mismos términos que Martorell, con esos mismos detalles".Amigos militares
"Tirant lo Blanc es la biografía ficticia de un caballero", explica Martín de Riquer pasando a otro asunto; "existen muchas novelas de caballería, pero muy pocas novelas caballerescas del tipo del Tirant. Tirant, el protagonista, es producto de Martorell y de sus amigos militares. Es decir, un héroe creado sobre la visión idealizada que tenía de sí mismo Martorell como caballero y completada con rasgos de personajes reales, básicamente el caudillo rumano János Húnyadi, voivoda de Hungría; Roger de Flor -cuya biografía presenta tantos paralelismos con la del ficticio bretón- y, sobre todo, el caballero castellano o gallego Pedro Vázquez de Saavedra". Tirant es, pues, resultado de la realidad que envolvía a Martorell -sus experiencias personales, los militares a los que admiraba y datos como los que le proporcionaron amigos como el corsario valenciano Jaume de Vilaragut.
"En el siglo XV nadie se paseaba como Lancelot o Amadís, pero sí muchos como Tirant", indica De Riquer. "Hasta el punto de que se puede afirmar que Tirant, caballero errante al inicio de su carrera y después gran almirante, es uno de los prototipos más característicos del militar de la época". El Tirantes pues, en parte, una novela militar dirigida a un público muy concreto, los caballeros, esos caballeros que, recuerda De Riquer, formaban una verdadera sociedad internacional y se conocían todos, "como hoy los tenistas".
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