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Crítica:TEATRO /
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Decepciones de viejo espectador

Es buena idea del teatro Español -Gustavo Pérez Puig- y del alcalde -en el programa, Sahagún dice que "vuestro alcalde" quiere devolver esa tradición- representar en sus fechas novembrinas el Tenorio. Los pesados que hemos visto ya algunas docenas de Tenorios en la vida, más las lecturas, estudios y recreaciones del mito, echamos de menos algunos datos constitutivos de esa tradición. El romanticismo, la declamación, el ímpetu, el fuego mismo de la obra, y la capa roja de Don Juan. Pérez Puig la lleva a un punto naturalista, a una dicción en tono bajo, afónica, para dar otro cuadro, otro punto de vista. Creo que he dicho ya muchas veces que no creo que los actores contemporáneos no sepan decir el verso, sino que los directores tienen un concepto de él con el que les fuerzan. Y falta también la condición de obra de tinieblas de ésta para los días de ánimas; ahora, unas luces fuertes sobre decorados de tonos blancos o colores vivos sustituyen el temblor de las velas, los rincones oscuros de la hostería, del claustro, de la noche del Guadalquivir y de la del cementerio.Los personajes que supuestamente no se ven entre las oscuridades son fácilmente reconocibles. Otros elementos faltan al recuerdo y la evocación: la comicidad de Doña Brígida, sustituida por la cara pícara que crea Cándida Losada, o la de Ciutti y su miedo por los fantasmas -¡aquel pollo asado de cartón piedra que lanzaba por los aires, y que el público esperaba!- Y el brío mismo de Don Juan y sus recitados: en las épocas en que en Madrid se daban tres o cuatro Tenorios, se iban a ver todos para comparar a los primeros actores, como se hacía con las óperas. Y el juego sensual de Doña Inés, en cuyas escenas maestras -la lectura de la carta, la escena del diván, mueble que aquí no existe- se mezclaba lo espiritual con una llamada directa del cuerpo. Nada de esto que digo tiene que ver con la capacidad de los actores: Juan Carlos Naya al final de la primera parte, Escrivá al principio de la segunda, muestran que son capaces de dar ese brío, pero no correspondería al tono general apagado y despacioso de la dirección. Lo mismo le pasa a la excelente Natalla Dicenta, contenida y reprimida. Y sin duda Cándida Losada hace muy bien el papel de Brígida tal como está estudiado, pero en ningún momento encaja con la tradición ni cumple el papel cómico designado por el autor.

Don Juan Tenorio

De Zorrilla. Revisión de Enrique Llovet. Música: García Segura. Intérpretes: Javier Escrivá, Juan Carlos Naya, Natalia Dicenta, Arturo López, Luis Varela, Cándida Losada, Wary Paz Pondal, Félix Navarro, Victoria Rodríguez, Manuel Torremocha, Vicente Haro, Antonio Campos, Enrique Cerro, Encarna Abad, César Varona, Carmen Merlo, Jesús Prieto, Luis Higueras, Pedro García. Escenograria: Francisco Sariz. Figurinei basados en Vicente y Carlos Viudes. Teátro Español, 30 de octubre.

Recuerdos traidores

Estoy seguro de que los recuerdos son traidores, y que en el teatrito de la memoria cada uno recompone sus obras y sus vidas pasadas como puede y hasta como quiere. Tantos supervivientes -algunos, estudiosos del tema- había en el teatro la noche del estreno falso -el real era al día siguiente, para la nobleza municipal y sus invitados de más categoría-, para profesionales, críticos y amigos menores principalmente; seguramente, cada uno tenía su Tenorio en la cabeza y no le correspondía con lo que estaba viendo.Solamente que Gustavo Pérez Puig tiene también el derecho a ver la obra según su propia sensibilidad artística, la cual no nos compensa a los más ancianos de la localidad. Con el Tenorio se ha hecho de todo y nadie tiene derecho a quejarse de esta versión hecha por Llovet y planeada y realizada por Pérez Puig: gustará o no. A mí, claro, no, y hasta me parece que el montaje y su pobreza artística no son dignos de este teatro.

Pero esto no compromete el gusto del público suficiente como para llenar el teatro durante toda la temporada, fenómeno que se producirá probablemente, y que todos deseamos así. Los mismos invitados al preestreno lo demostraron con sus gritos de entusiasmo, sus aplausos para cada uno de los actores y para toda la corte de creadores, que saludó repetidas veces mientras el telón subía y bajaba rápidamente.

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