Una protesta visual
Estruendo, catástrofe, grosería, provocación, así se desarrolla, a la vista, este Ubu rey para quienes no entendemos las palabras húngaras. Se comprende su intención, una vez explicada por sus creadores: quieren denunciar el poder brutal que se abatió sobre ellos. Y la tontería, la necedad de ese largo poder: creen que son una excepción. La obra de Alfred Jarry tiene más de 100 años; en un principio, su autor, Alfred Jarry, que tenía menos de 18 años, quería vengarse de un profesor abusivo y tonto, y le retrató como este Pere Ubu de la farsa; más tarde diría que encarnaba "todo lo grotesco del mundo". En efecto, ha servido desde entonces a grupos y directores de escena para atacar y acusar a los otros".Queda clara la intención de esta compañía del teatro Katona József de Budapest y de su director, Gábor Zsámbéky. Lo que impresiona aquí es la capacidad minuciosa de organizar el estruendo y el desorden, el velocísimo ritmo de la compañía y la calidad de sus actores y actrices, a la cabeza de los cuales, naturalmente, está László Sinkó en el papel de Ubu: un actor poderoso, rico de voces y actitudes.
Ubü kiraly (Ubu rey)
De Alfred Jarry, 1885, en versión húngara. Compañía del teatro Katona József de Budapest, con László Sinkó. Dirección: Gábor Zsámbéky. Escenograría: Csorsz Khell. Vestuario: Maria Szabó. Festival de Otoño. Teatro Albéniz. Madrid, 25 de marzo.
El director ha inventado un sinflin de acciones secundarias, de pequeños chistes escénicos, que llegan a los espectadores españoles. Hay carcajadas y largos aplausos -al final, rítmicos, a la manera de lo que fue la Europa del Este- para todos. Son más que merecidos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.