Raísa se declara conmovida por la calidez mostrada por los madrileños
Raísa Gorbachova declaró ayer, en el curso de la inauguración del Instituto de Cultura y Ciencia Soviética de la Universidad Complutense, estar conmovida e impresionada por la calidez de los madrileños y de la gente joven que por la calle se ha acercado a saludarla. "No pensaba que tuviera tan buena acogida", dijo la mujer del presidente de la URSS, que ayer hizo de nuevo gala de su enorme simpatía, además de no escatimar declaraciones sobre la situación interna de su país.
La esposa de Gorbachov afirmó que confiaba en los cambios que lidera su marido por una sociedad más equilibrada, a pesar de las críticas por parte de los que siguen anclados en el pasado.En la inauguración del instituto, el único en Europa de estas características, Raísa fue recibida por La Tuna del Colegio Mayor Cisneros a los sones de Cuando la tuna pasa y Clavelitos. La esposa de Gorbachov tuvo que vencer las resistencias del rector de la Universidad Complutense, Gustavo Villapalos, que pretendía introducirla de inmediato en el centro y, saltándose de nuevo el protocolo, Raísa se acercó hasta el lugar donde estaban situados los tunos, que la aclamaban con canciones, mientras que una nube de fotógrafos disparaba sus cámaras.
Vestida con el mismo modelo que la tarde anterior -traje de chaqueta de espiguilla negra- pero con una camisa fucsia en esta ocasión, la esposa de Gorbachov llegó acompañada de su séquito, entre los que se encontraba el ministro de Cultura soviético, Nicolai Gubenko, y un grupo de científicos soviéticos. En el instituto la esperaban el rector Villapalos, el director del centro Justo Villafañe, el equipo rectoral de la Complutense y algunos de los miembros del consejo asesor del instituto, entre otros Julio Feo, Enrique Curiel, Jorge Verstrynge, Javier de Paz y el padre Bartolomé Vicens Oriol.
Tras descubrir una placa conmemorativa y escuchar unas palabras de salutación de Villapalos, Raísa se acercó a los micrófonos y, con voz cantarina y melodiosa, expresó su convencimiento de la profunda atracción espiritual mutua entre los soviéticos y los españoles.
Raísa se interesó por conocer las tareas del consejo asesor del instituto y terminó uniendo su voz un grupo folklórico que interpretó la popular canción cosaca Kalinka, haciendo así las delicias de los presentes y de los medios de comunicación.
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