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"Subvencionan pero no dialogan"

Los problemas financieros de la asociación se adivinan con echar un vistazo a la sede bilbaína. Allí acuden ex presos o familiares de reclusos "para desahogarse o simplemente charlar" y celebran reuniones semanales las diferentes comisiones en las que Salhaketa divide su actividad. El mobiliario lo constituyen un par de mesas y dos docenas de destartaladas butacas de un viejo cine.La contabilidad ha pasado por momentos críticos. La agrupación se nutre en muy pequeña medida de las aportaciones de sus integrantes y de alguna que otra parroquia. El grueso llega de subvenciones públicas. Una de estas ayudas pasó sin previo aviso de cuatro millones a 50.000 pesetas al año al hacerse cargo el PSOE del Departamento de Bienestar Social de la Diputación de Vizcaya.

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Cuando la injusticia se hace cárcel

Pero Salhaketa no quiere sólo dinero, y se queja de la poca seriedad de ciertas instituciones públicas "que conceden subvenciones sin más y se niegan a discutir con nosotros los problemas de la cárcel". Sus portavoces subrayan: "La asociación tiene un análisis social que es su verdadera riqueza y que busca explicaciones a las conductas de las personas".

Este tipo de planteamientos, buscar en el antes de la cárcel las carencias sociales que llevan a delinquir y en el después los puentes para ayudar al expreso a reinsertarse en la sociedad, no tienen demasiado éxito cuando "se vende seguridad ciudadana en vez de prevención".

"Estamos en los antípodas de lo que es rentable desde un punto de vista político, y ésa es probablemente la razón de que nos sea prácticamente imposible dialogar con los partidos", señalan.

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