Precoz, explosiva y atípica
En el año 1987, el producto interior bruto real de Canarias creció a una tasa anual cifrada en el 6,6%. Durante 1988, el crecimiento de la misma magnitud se situó en el 7,4%. A nivel nacional, por su parte, el crecimiento real fue del 5,2% y del 5,5% para los años 1987 y 1988, respectivamente. La impresión compartida por la mayoría de los análisis de esos años reflejaba una nota común: la economía española se encontraba en una senda de expansión, originada en la segunda mitad de 1985, y que, año tras año, se iba consolidando. En este periodo, la economía canaria se mantenía en los puestos de cabeza de las comunidades con mayor crecimiento real.Durante 1989, los análisis cobran un signo algo más pesimista en la medida que vislumbran ciertos peligros derivados del excesivo crecimiento (recalentamiento) de la economía. En efecto, los resultados en materia de control de la "inflación no son los apetecidos y, por otro lado, la evolución del déficit de la balanza por cuenta corriente puede desembocar en un estrangulamiento a futuro, nocivo para el mantenimiento de un crecimiento sostenido. Por ello, la política económica practicada en la segunda mitad de 1989 tiene un signo claramente restrictivo de la demanda agregada, imponiendo un freno al crecimiento registrado en años anteriores. El resultado final supuso un crecimiento del producto interior bruto a nivel nacional, en términos reales, del 5,2%. La economía canaria cerró su balance de crecimiento con una tasa del 2,4%1.
Este comportamiento observado obliga, necesariamente, al planteamiento de, al menos, dos cuestiones importantes. En primer lugar, a la vista de los datos expuestos y de otros que aparecerán más adelante, ¿es posible encontrar razones que justifiquen este comportamiento de la economía canaria respecto del conjunto nacional? Y, en segundo lugar, si esas razones existen y son válidas, ¿podemos decir algo acerca de¡ comportamiento previsible de la economía canaria en este año y en los próximos?
No se le escapa al lector que una respuesta profunda y rigurosa de las cuestiones planteadas no es el objeto de un artículo periodístico. Por el contrario, es necesaria una labor de investigación concienzuda, que emplee una gran base de datos (bien escasa, por cierto), a cuyo fin los autores de este trabajo están dedicados. El objetivo del presente artículo es exponer a la opinión pública las hipótesis de trabajo de que partimos y que pretendemos contrastar en nuestro estudio. Por tanto, las opiniones aquí expuestas deben considerarse como las reflexiones que cualquier investigador se plantea a priori con el fin de encaminar su búsqueda, y no como conclusiones categóricas con carácter definitivo. Efectuadas estas matizaciones, retomemos el hilo de nuestra exposición.
Aparte de los datos del crecimiento real del producto interior bruto, es conveniente comparar, respecto del conjunto nacional, otros indicadores de comportamiento económico, también de gran importancia. Nos referimos, lógicamente, a la tasa de paro y a la tasa de inflación.
En lo que respecta al empleo, la conclusión que nos interesa resaltar es que, mientras que a nivel nacional el crecimiento de la producción en 1988 ha generado un incremento del empleo del 2,8%, en Canarias este crecimiento fue del 4,7% (afortunadamente, más del doble). Sin embargo, en 1989 se frena moderadamente dicho crecimiento, situándose en una tasa del 3,1%, mientras que, a nivel nacional, el empleo crece a un ritmo del 4,3%, es decir, mantiene una diferencia de 1,2 punto porcentuáles.
Por su parte, la evolución de la inflación en el periodo contemplado mantiene una tónica similar de comportamiento diferencial respecto de la media del conjunto español. En efecto, en Canarias, en 1988 y 1989, la tasa de inflación fue del 4% y del 7,7%, respectivamente. A nivel nacional, los valores para los mismos años fueron 5,8% y 6,9%. Se produce, igualmente, el mismo fenómeno de reversión en el comportamiento de las variables.
Ciclo a corto
Estas características nos permiten definir el ciclo económico canario, a corto plazo, respecto del ciclo económico a nivel nacional, como un ciclo precoz, explosivo y ciertamente atípico. Explicaremos -brevemente el significado de estas expresiones que pretenden caracterizar el comportamiento descrito en los últimos años.
En efecto, observamos que el comportamiento cíclico de la economía canaria respecto del agregado nacional es precoz, por cuanto que, en primer lugar, el arranque del ciclo es anterior al que tiene lugar en el resto del territorio; en segundo lugar, el techo de la fase expansiva se alcanza antes, y, finalmente, el inicio de la etapa de estancamiento o depresión se anticipa al del conjunto de la economía. Así observamos cómo en 1989 el crecimiento de la economía canaria se reduce de forma notable respecto de la media nacional, cuyo índice de crecimiento empieza a reflejar los efectos de la política restrictiva de la segunda mitad .de dicho año.
También hemos mencionado que se trata de un ciclo explosivo. Este calificativo pretende reflejar que, respecto del comportamiento medio a nivel nacional, nuestra economía se sitúa en los valores extremos de la muestra que sirve de base a la confección de dicha media. Cuando la economía nacional crece, la economía canaria crece a tasas superiores; y viceversa, cuando la economía nacional desacelera su ritmo de expansión, la economía canaria lo hace con más énfasis. Los datos que hemos aportado anteriormente nos permiten sustentar dicha afirmación. Mientras que en 1987 y 1988 el crecimiento de la economía canaria es superior en 1,7 puntos al crecimiento medio nacional, en 1989 nuestro crecimiento se sitúa en 2,8 puntos por debajo (es menos de la mitad del crecimiento a nivel nacional). Análogos comentarios pueden efectuarse respecto al comportamiento del crecimiento del empleo y del comportamiento de la tasa de inflación.
Crecimiento
El último calificativo que hemos aplicado al ciclo económico canario es el de atípico. Queremos resaltar con ello lo siguiente. El pensamiento económico tradicional afirma que las autoridades se enfrentan a un dilema en la elección de sus objetivos de política económica. El dilema se plantea de¡ siguiente modo: más crecimiento (lo que implica más empleo) supone el coste de una mayor tasa de inflación, y al contrario, un menor crecimiento (menos empleo aumenta las Posibilidades de reducir la tasa de inflación.
A nivel nacional, este planteamiento en los dos últimos años se constata claramente. En efecto, en 1988, el crecimiento del empleo es del 2,8% y la tasa de inflación es del 5,8%. En 1989, el empleo crece el 4,3% y la tasa de inflación en 1989 es el 6,9%. En definitiva, acelerar el ritmo de creación de empleo en 1,5 puntos porcentuales ha supuesto acelerar el ritmo de la inflación en 1,1 puntos. En el caso canario, en 1988, el ritmo de creación de empleo fue del 4,7% y la inflación se cifró en el 4%. En 1989, el crecimiento del empleo fue del 3,1 % y la inflación fue del 7,7%. En resumen, la disminución del crecimiento del empleo no supueso una reducción de la tasa de inflación, sino que, por el contrario, duplica la misma.
Llevado el argumento al extremo, significa que una política de crecimiento en la economía canaria supone sanear el desequilibrio de precios. En otras palabras, el crecimiento económico canario incorpora un menor coste en términos de inflación.
De M. Becerra y D. Coya son economistas del departamento de Economía y Dirección de Empresas de la Universidad de La Laguna.
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