El A-300 español concluye su misión
El puente aéreo de Iberia repatrió a 3.000 refugiados asiáticos
"El comité de bienvenida os espera en la cafetería", reza la nota que el comandante Julián Bernabé encuentra a su regreso al hotel. El comité de bienvenida es Ricardo Martínez, el subdirector general adjunto de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), y, ocasionalmente, algún periodista. Los esperados, la tripulación del aerobús de Iberia Aigües Tortes, un total de 16 voluntarios, incluidos los mecánicos, que han cambiado su pasaje habitual de turistas y ejecutivos con destino a Londres o París por escapados de la crisis del Golfo de vuelta a Karachi y Bombay. La operación concluye hoy, tras 10 días de actividad y 3.000 repatriaciones.
"Podían haber sido bastantes más", se lamenta Martínez, a quien le hubiera gustado hacer doblete y haberse traído a otros tantos egipcios de vuelta a El Cairo. El A-300 español ha operado hasta ayer desde la capital egipcia ante el temor a un racionamiento del combustible en Jordania y por las facilidades que daba disponer aquí de una delegación de Iberia. Así, cada mañana, a las ocho, uno de los dos grupos de pilotos, auxiliares de vuelo y mecánicos que se han alternado en la tarea despegaba con dirección a Ammán, donde recogía a entre 250 y 270 pasajeros, "según el número de niños".El destino ha sido hasta anteayer Karachi, la capital de Paquistán. Los dos últimos días, el vuelo se ha alargado casi una hora y ha llegado hasta Bombay, en la. India. "Aunque el plan inicial se dirigía a los asiáticos, por ser el grupo más necesitado, una vez aquí nos planteamos aprovechar los regresos de vacío para hacer una escala en Ammán y acelerar el regreso de los egipcios", explica el subdirector de la AECI. Las autoridades de El Cairo recibieron con agrado la propuesta española, pero han sido incapaces de garantizar la presencia diaria de un grupo de 250 personas en el aeropuerto de Marca de la capital jordana, condición necesaria para el aterrizaje del Aigües Tortes.
Bate todos los récords
"Lo hicimos un día y resultó un desastre", reconoce Martínez. El pasado jueves, el avión español batió todos los récords. Al regreso de Karachi aterrizó en Ammán con la intención de llenar sus asientos de vuelta a El Cairo. La tripulación tuvo que esperar durante varias horas antes de que los responsables fueran capaces de reunir el número necesario de egipcios. Llegaron a destino pasadas las dos de la madrugada. En El Cairo se aducen las trabas de las autoridades jordanas. En Ammán se niega un trato desigual para con los refugiados egipcios.
El diplomático español no entra en cuál ha sido el obstáculo, pero siente que no se haya resuelto. Fuentes próximas a la operación confesaron a esta corresponsal su impresión de que junto a la falta de organización, característica de esta zona del mundo, haya podido pesar la consideración política de que el actual flujo de entrada de repatriados es ya suficiente. Unos 2.000 egipcios regresan cada día a su país para enfrentarse con el paro, la crisis económica y tal vez la inadaptación social.
Cansancio
Son la once de la noche, y por una de las puertas laterales del hotel Semiramis, en el centro de la capital egipcia, aparece el equipo. El flamante uniforme de Iberia que lucen las tres azafatas de esta tripulación las hace inconfundibles. -Los caballeros, de azul marino, pasan más inadvertidos. Lo que no pueden ocultar es su cansancio. A pesar de las sonrisas, las ojeras delatan no sólo el madrugón, sino también las cerca de 20 horas de trabajo continuado, incluidas 11 de vuelo. Mecánicos, auxiliares de vuelo y técnicos de cabina, todos están fuera de convenio.
"Somos voluntarios, y lo sabíamos de antemano", ha aclarado poco antes a esta corresponsal María Dolores Relanzón, azafata de la otra tripulación que se turna con la recién llegada en la tarea. "Lo encuentro muy interesante, se sale de la rutina y permite ayudar a otra gente", explica Relanzón al ser preguntada por las causas que la llevaron a ofrecerse. "Hay muy pocas ocasiones en las que uno tenga la oportunidad de ejercer la solidaridad de una forma directa, y ésta es una de ellas", manifiesta el comandante Bernabé.
Este piloto fue designado por la dirección de Iberia para coordinar la operación, pero lo dificil no fue encontra a él y al resto de su equipo, sino elegir entre los numerosos voluntarios que se presentaron al conocer el plan. "Hubo una respuesta sorprendente por parte de todas las unidades", reconoce el comandante, quien no parece demasiado preocupado por la tensión prebélica que inunda la región. "¿Mayor actividad militar en el aire? Tal vez, pero nosotros nos movemos por los corredores comerciales habituales y no tenemos constancia de ello", asegura Bernabé.
Aun así, las cosas no resultan fáciles a bordo. A pesar de que todos los auxiliares resaltaron la corrección y el buen comporta miento de los repatriados, las condiciones en las que se han visto obligados a salir de Kuwait e Irak acarrean algunas secuelas. "Lo peor es el olor. Huele terriblemente a pies", comenta una azafata, quien sin embargo disculpa todo cuando recuerda que 11 algunos han caminado seis días por el desierto". Además, muchas de estas personas pertenecen a un medio social muy bajo y desconocen cosas tan elementa les como el uso de los aseos.
"Las mujeres sobre todo tienen vergüenza de preguntar a los compañeros, y como los niños, se lo hacen encima", relata comprensiva esta auxiliar de vuelo. El viaje hacia el Este no es precisamente tranquilo. "Beben cantidades enormes de agua", añade otro tripulante a la pregunta de qué es lo que más les ha sorprendido. "No sabría decir cuántos litros, pero regresamos con las neveras vacías. Nos pasamos el trayecto repartiendo agua y zumos". Como anécdota, han observado que los hombres beben más que las mujeres y "se comen todo muy deprisa, como si hubieran pasado más privaciones en los campamentos". De vuelta, una partida de mus o una pequeña representación, en la que Ios bigotes del segundo le permitirán interpretar a Sadam Husein, han entretenido el camino.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.