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La feria de la 'perestroika'

La Biaf concluye su segunda edición con menos público que el año anterior

La segunda edición de la feria Barcelona International Art Forum (Biaf), que se ha celebrado durante seis días en la localidad barcelonesa de L'Hospitalet, finalizó ayer sin asegurarse su continuidad. Con menos visitantes que el año anterior -sólo 12.000 personas han acudido al salón-, tanto los organizadores como el Ayuntamiento, propietario de La Farga, local en el que se celebra la feria consideran indispensable en el futuro la participación de las 13 galerías barcelonesas agrupadas en Art Barcelona. Alejandro Sales, secretario de la asociación, explicó ayer a este periódico: "No apoyamos Biaf, y en un futuro tampoco está previsto apoyarla. No es una cuestión de pactos, sino de principios".

La polémica feria de arte Biaf, dedicada este año a dar a conocer al público, entre otras cosas, el arte de los países del Este europeo bajo el lema Glasnost y perestroika, bien poco de, nuevo y bueno airea, mientras que, por el contrario, deja entrever toda una serie de carencias que el boicoteo llevado a cabo por las galerías "no alineadas" no ha hecho sino evidenciar en mayor grado.La Biaf hace aguas por nume rosos puntos: el enclave no es el más adecuado (bien es cierto que ninguna entidad, ni oficial ni privada, ofreció a la feria ninguno de los, aunque escasos, espacios existentes en Barcelona).

En segundo lugar, la calidad de lo exhibido deja mucho que desear, pues junto a escasas obras de los consabidos maestros españoles de vanguardia (Picasso, Miró, Tápies, Chillida, etcétera) se exhiben sin ningún rubor auténticos pastiches y, cromos que son una bofetada en el carrillo del buen gusto. La única justificación a este hecho es la necesidad de llenar el enorme espacio de la antigua fábrica de La Farga al precio que sea.

Por lo demás, escasas son las pinceladas bien dadas en la feria: en la galería Art Now, de Gotemburgo, pudieron verse media docena de pinturas originales de Picasso (fechadas entre 1921 y 1965) junto a algunos excelentes grabados del mismo artista y un Miró de 1926.

En la galería Rebuil, de Reus, se colgaron obras de Saura -uno de los españoles que cuenta con mayor número de trabajos en la feria-, Clavé, Grau, Julio González, Ráfols Casamada, Cuixart, Broto, Guinovart y, cómo no, del omnipresente Tápies.

También en Diagonal Art, de Barcelona, abundaron obras de estos artistasjunto a discutibles esculturas de Berrocal, algún pésimo Schifano e interesantes Amat, Canogar y Feito (estos dos últimos también muy abundantes en esta Biaf).

Correcta es la selección que la galería Tres d'Oros, de Palma de Mallorca, ha sacado de sus fondos, pues no es habitual contempl.ar en bloque entre nosotros pinturas de Palencia, Blanchard, Bores, Botero, Domínguez o Torres García.

Fue interesante la propuesta de la londinense galería David Hughes por cuanto nos vino a poner sobre el tapete, a través de la exhibición de precoces trabajos informales de Bram Bogart -fechados entre 1950 y 1965-, la paternidad siempre discutida de la pintura matérico-sígnica.

Finalmente, y ya que el capítulo central del salón trataba sobre el nuevo arte de los países del Este, señalemos la forma incompleta y laberíntica con que se ha organizado.

Tan sólo la galería Ucher de Colonia, que expone trabajos de los interesantes Pivovarov -un ruso checoslovaco- y Tót -un húngaro residente en Alemania- junto a los más conocidos Bulatov y Kabakov, mereció la pena. También pudieron verse entre el citado maremágnum tres piezas de Kopistianski.

Para la anécdota quedan el proyecto de mural cerámico titulado Historia del olimpismo, que el artista Gabarrón expuso en el espacio que el Ayuntamiento de L'Hospitalet posee en el recinto ferial, o los anuncios publicitarios que una casi desconocida marca de vodka sueco ha ido enargando a desconocidos artistas para darse a conocer en el mercado.

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