Olvido de América
Queremos expresar nuestra más enérgica protesta por la desinformación que padecemos sobre los conflictos del Tercer Mundo, atribuible en gran medida a los medios de comunicación. La opinión pública española merece más respeto y tiene derecho a conocer, en países que suponemos muy vinculados al nuestro por su historia y su cultura y que tan poco nos importan realmente.Me refiero a América Latina, y en concreto a El Salvador. La información que nos llega sobre este pequeño país es incompleta, tardía, incorrecta y muchas veces parcial. El domingo 26 de agosto nos enterábamos del comunicado del Gobierno salvadoreño por el que se rechazaban las acusaciones dirigidas contra las Fuerzas Armadas, según las cuales efectivos militares habían disparado contra los sacerdotes Juan Cortina, español, y Nicolás Alvarenga salvadoreño, cuando se dirigían en coche hacia San José de las Flores, al norte del país. Lo que no hemos podido averiguar es si resultaron heridos, si iban acompañados, cómo y cuándo fue el atentado, etcétera.
Hace ahora tres años tuvimos la oportunidad de conocer a Jon Cortina, jesuita nacionalizado salvadoreño, ingeniero y profesor en la UCA, compañero, por tanto, de las víctimas del atentado del pasado 16 de noviembre y colaborador de Segundo Montes. Sabiendo estos datos puede conocerse por qué querrían hacerle desaparecer y por qué se han dado tanta prisa en desmentir los hechos. Sin embargo, en ningún periódico español se ha comentado nada al respecto.
Esto tampoco debería extrañarnos, cuando aquí se ha silenciado la existencia del informe Moakley, de la comisión especial del presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, en la que se investigó la matanza de la UCA, que se hizo público el 30 de abril, y en la que se denuncia la participación de las Fuerzas Armadas en la misma. Es ahora cuando, veladamente y sin hacer mención a esta investigación, se dan a conocer los resultados en la prensa española, es decir cuatro meses después. Aquí no se conoce que la noche del crimen hubo una reunión del alto mando, desde la que partió la orden por radio, al teniente Espinoza, autor material de los asesinatos, para que comenzara la operación. No se ha dicho que dos días antes de la matanza se efectuó un registro en la UCA por el mismo batallón que participó en el atentado. No se ha hablado de las siniestras conexiones entre el coronel Benavides, qué aparece como máximo responsable de la operación, y el Estado Mayor del Ejército, todos de la misma promoción en la escuela militar. Tampoco se ha dicho que los verdugos directos de los jesuitas habían recibido entrenamiento militar en Estados Unidos. Ni que la llamada Comisión de Honor del Ejército salvadoreño en la investigación de los crímenes ha obstaculizado constantemente el proceso, llegando a la retención y destrucción de pruebas concluyentes.
Infor
maciones como éstas, que ahora pueden parecernos alejadas del epicentro del interés mundial, que es el problema del Golfo y sus implicaciones económicas, deberían, sin embargo, haber aparecido antes en unos medios de comunicación veraces, imparciales y solidarios. Creemos que es un contrasentido que se aplauda la apertura democrática de Europa oriental y se silencie la opresión que Occidente ejerce sobre el Tercer Mundo, fomentando Gobiernos corruptos, de dudosa legalidad democrática y garantes de '"un orden que favorece sólo a los poderosos (El Salvador, con seis millones de habitantes, se halla en manos de 14 familias), y que se muestra impa- Pasa a la página siguiente
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