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El asesinato del reverendo Men

"Hay una unión del fascismo con la nostalgia eclesiástica", creía el sacerdote ortodoxo

Pilar Bonet

El domingo 9 de agosto, el reverendo Alexandr Men abandonó su casa, en las cercanías del monasterio ortodoxo de Zagorsk, a las 6.30. Como cada día, Men, uno de los sacerdotes más populares en los círculos cristianos liberales de la URSS, se dirigía a tomar el tren de cercanías que lo llevaría a su parroquia, en el pueblo de Novo Derevnie, en los arrabales de Moscú. Sin embargo, esta vez no llegaría a su cita con los muchos fieles que le aguardaban en el pequeño templo de madera que él había convertido en una catedral del espíritu ecuménico. En el sendero umbrío por el que caminaba hacia la estación, un golpe de hacha traicionero le alcanzó de lleno en el cráneo y abatió su corpulenta figura.

Un delincuente anónimo acababa de matar a Alexandr Men, de 55 años, un hombre que era sacerdote de la Iglesia ortodoxa rusa desde 1953, que había publicado numerosos libros religiosos en Occidente en la época de Bréznev, que fue amigo de Alexandr Solzhenitsin, que dio la extremaunción a Nadezhda Mandelshtam y que hasta 1988 fue perseguido como disidente, interrogado por el Comité de Seguridad del Estado (KGB) y casi encarcelado por su actividad misionera clandestina.La investigación pertinente tal vez llegue a dar con el asesino, pero, al margen de las hipótesis policiales, los medios liberales de Moscú no pueden dejar de asociar el asesinado con el trasfondo sociopolítico que rodeaba su figura.

Alexandr Men pertenecía a la minoría del clero ortodoxo que sustentaba posturas profundamente ecuménicas y universalistas en un entorno marcado por el conservadurismo nacionalista ruso. Men era de origen hebreo, y esta circunstancia le convertía en persona non grata en los ambientes patrióticos teñidos de antisemitismo. Otro hecho que ha alarmado en ambientes liberales de Moscú, además del asesinato del reverendo Men, ha sido el incendio que destruyó el 23 de agosto uno de los mejores archivos de la capital dedicados a grupos derechistas y ultranacionalistas rusos. Su propietario, el periodista independiente VIadímir Pribilovski, dice haber sido testigo de llamamientos a la guerra partisana y condenas que equiparaban el ecumenismo a la peor herejía de nuestros tiempos en un acto organizado en julio pasado en la localidad de Túshino (vecina a Moscú) por varios grupos ultraderechistas rusos.

Esta corresponsal mantuvo dos conversaciones con el padre Alexandr durante la semana de su muerte. Fue su última entrevista. El sacerdote consideraba "el contagio del fascismo ruso" como un "inquietante síntoma" de la actualidad y señalaba que "muchos clérigos lo apoyan activamente". "Existe una unión del fascismo ruso con el clericalismo ruso y la nostalgia eclesiástica". "Es una vergüenza para nosotros, para los creyentes, porque la sociedad esperaba encontrar un apoyo" en la Iglesia ortodoxa, pero "dondequiera que uno mire aparece un monárquico, un antisemita o un antiecuménico", señalaba.

Esta inclinación hacia la derecha, hacia los modelos del pasado de los círculos clericales rusos, es un fenómeno nuevo, opinaba Men. "Es la época de la reacción. Cuando Gorbachov abrió las esclusas, fluyeron la democracia y la reacción. Y la reacción siempre es más agresiva".

Liberalización religiosa

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Gorbachov hizo posible la separación real de la Iglesia ortodoxa y el Estado, pero la Iglesia ortodoxa como institución se resiste a renovarse, pese a que la reciente llegada al patriarcado del metropolita Alejo II, en sustitución del fallecido Pimen, es una esperanza para el futuro.Alejo II, un hombre "culto e inteligente", según Men, es descendiente de una familia noble de Estonia y es considerado un centrista capaz de llevar a cabo la reforma que la Iglesia ortodoxa rusa, preocupada por su propia subsistencia, no se ha planteado institucionalmente bajo el poder soviético.

La liberalización religiosa y el desmoronamiento de la ideología oficial -marxista-leninista hacen que hoy la fe ortodoxa rusa, la que tiene más número de adeptos en la URSS, experimente una enorme afluencia de nuevos fieles. Pero este auge es el producto temporal de una reacción, según opinaba Men.

En la Iglesia ortodoxa rusa, consideraba el padre Men, "es bastante potente la tendencia conservadora que se opone enérgicamente a Occidente, que es enemiga de todas las reformas, que idealiza el pasado, que toma los modelos más severos, modelos medievales".

Creía Men que la mitad del clero participa del conservadurismo, en tanto que los laicos están mayoritariamente desorientados y faltos de información. Ha habido un relevo generacional, "pero las tendencias conservadoras imperan en todas partes, y si un obispo tiene puntos de vista liberales, teme expresarlos".

La identificación de la esencia rusa con la religión ortodoxa efectuada desde foros como la revista Nash Sovreménnik, uno de los centros del pensamiento ultraconservador, "coincide totalmente con la Action Francaise de los veinte y los treinta". Esta organización "era dirigida por gentes que en muchos casos no eran creyentes, pero que consideraban a la Iglesia como un símbolo y parte de la cultura nacional de los franceses". Tales tendencias en la Iglesia ortodoxa "decepcionan a mucha gente, cansada de la ideología, que busca entre los cristianos una posición abierta y encuentra una nueva forma de sociedad cerrada".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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