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LA CRISIS DEL GOLFO

Mujeres en las dunas

Las militares norteamericanas en Arabia Saudí se enfrentan a un enemigo cultural invencible

El número exacto de mujeres militares norteamericanas destinadas en Arabia Saudí es una información que el Pentágono mantiene en secreto. Un portavoz del Departamento de Defensa explicó a este diario que sólo se han enviado al golfo Pérsico "varios centenares de mujeres con misiones auxiliares", pero se negó a revelar más detalles y mucho menos a comentar los problemas culturales con los que se enfrentan las tropas femeninas norteamericanas destinadas en Arabia Saudí, una sociedad islámica que practica el Corán a rajatabla.

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Las tropas norteamericanas que han viajado a la zona del Golfo, saben perfectamente que sus compañeras soldado no pueden pasear solas, dirigirse a un árabe, quitarse las chaquetas y secarse el sudor del pecho, utilizar un vehículo a solas con un saudí o enseñar la suela de su zapato mientras están sentadas, porque los saudíes interpretan esa acción como un "insulto".Los soldados enviados a Arabia conocen estas reglas y por eso suelen escoltar a sus compañeras cada vez que éstas deciden salir de sus barracones y dar un paseo. Muchas mujeres soldado han expresado a sus superiores su frustración y el gran problema que representa para ellas estar más pendientes de las reglas sociales de este país que del enemigo que tienen enfrente.

Los problemas se agravan cuando una mujer está al mando de una compañía y sus voces comienzan a resonar con fuerza y autoridad y sus subordinados masculinos se cuadran. Los saudíes no entienden nada y se preguntan si aquellos soldados son realmente hombres.

Los problemas ambientales no han contribuido a que la situación de estas mujeres sea agradable. Con temperaturas de 48 grados a la sombra, las soldados se ven obligadas a mantener sus chaquetas chester mientras sus compañeros se las quitan y se refrescan.

Permisos

El Pentágono ha conseguido permisos especiales para que algunas mujeres puedan conducir vehículos y para que algunas militares puedan utilizar gimnasios y piscinas, que previamente se cierran a los hombres. En el caso de las piscinas, las mujeres soldado deben nadar con pantalones y camisas de manga larga, a pesar de estar solas. Hasta el momento no se han producido ataques sexuales de ningún tipo, según datos oficiales.

Las costumbres islámicas son muy distintas a las occidentales y ni los vientos de guerra que soplan en la zona pueden cambiar los hábitos de los saudíes. En este país los hombres y las mujeres no se pueden tocar en público. Los hombres, incluidos los soldados, andan cogidos de las manos para indicar que son amigos y demostrar que no son homosexuales. En una cola de gentes es normal que los árabes se coloquen en primer lugar a pesar de llegar los últimos y el ligue es una práctica completamente fuera de uso en este país.

La presencia de las mujeres en las Fuerzas Armadas norteamericanas no es nueva. El Pentágono destinó a 1.106 mujeres a Panamá: 770 del EJército, 35 de la Marina, una marine y 400 del Ejército del Aire. En septiembre de 1989, en EE UU había un total de 229.000 mujeres militares, lo que representaba el 10,8% de la población castrense.

Disparar armas

El gran debate sobre la presencia de mujeres en los distintos cuerpos militares se centra sobre su participación en combate. Las mujeres que se encuentran estacionadas en Arabia están armadas como cualquier otro de sus compañeros varones, pero en caso de guerra difícilmente dispararán sus armas. El United States Military Code prohíbe, en su artículo 10, que las mujeres entren en combate o que pertenezcan a unidades que puedan tener altas probabilidades de entrar en acción.

Las mujeres destinadas en el Ejército de Tierra, no pueden pertenecer a unidades de Infantería, Artillería o Acorazadas, pero sí a unidades de Policía Militar, como la 988th Military Police Company, que fue enviada a Panamá y que tuvo que participar en algunas escaramuzas contra los batallones de la dignidad del general Manuel Antonio Noriega.

El Pentágono no considera una violación de la ley militar que una mujer, por razones imprevistas, tenga que participar en combate. "Si tienen que defenderse deben hacerlo con los medios a su alcance, y por eso cuentan con el mismo entrenamiento y equipo que sus compañeros masculinos", explica un portavoz del Pentágono.

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