El bajonazo desacreditado

Está empezando a imponerse en muchas plazas la moda de la muerte rápida del toro como valor supremo. Da lo mismo que muera de una estocada en los rubios, que de un descabello, que de una puñalada trapera, que de un síncope. Si muere rápido y el matador ha dado muchos pases, la oreja está asegurada.En la segunda de feria de Almería, sin embargo, el presidente, que no está a la moda, dijo que nones, que tras un bajonazo él no daba la oreja ni a Lagartijo que resucitara, suponiendo que Lagartijo hubiera dado algún bajonazo. Y si no se la hubiera dado al Califa de Córdoba, estaba claro que tampoco estaba dispuesto a otorgársela a Juan Mora. Había muchos pañuelos, pero no la mayoría, y el presidente no se dejó impresionar por la minoría por muy ruidosa que ésta fuera. Y lo era. El presidente ha desacreditado el bajonazo, esperemos que para siempre, en esta plaza. Un grupo de aficionados, es verdad que no muchos, aplaudió la decisión del usía.

Hizo ese toro -el cuarto- todo lo que tiene que hacer un manso. De salida husmeaba, frenaba, escarbaba, huía. Derribó y salió suelto. En banderillas empezó a cambiar y llegó a la muleta, ya que no boyante, sí manejable. Lo toreó Juan Mora bi en con la mano derecha, aunque es lógico que se acordara de vez en cuando de la mala conducta anterior de su enemigo. Fue una, faena muy digna, cuya valoración frustró con el bajonazo. El primero fue un manso difícil. No había nada que hacer, salvo matarlo con decoro, lo que tampoco hizo Mora.

A vueltas con el manso

En su primero Joselito estuvo valiente con el manso. Lo toreó al natural, sin brillo. Cuando se cruzó salió volteado. Con la derecha lo llevó muy toreado y hubo emoción, escasas veces. Insistió pero aquello no podía dar fruto.Litri tuvo el único toro bravo y noble del encierro. Hubo más decisión y quietud que en sus últimas tardes malagueñas, pero lo que no hubo fue temple, salvo algunos derechazos sueltos. Tampoco hubo ni temple ni mando en los naturales. Sí terminó en Litri, con tres molinetes de rodillas y manoletinas. Al quinto le dio numerosos muletazos sin el sosiego ni la limpieza mínimos. Litri debe, además, corregir aspectos formales impropios de un matador de toros: colocarse a la derecha del picador, y pedir el cambio de tercio en banderillas. El presidente, como es natural, no accedió a las improcedentes peticiones.