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GUERRA EN EL GOLFO

'Marines' en Bahrein

Cientos de soldados norteamericanos llegan en secreto al minúsculo emirato petrolífero

"No queremos estar en los titulares de los periódicos. No nos interesa que los iraquíes se den cuenta de que cooperamos con las tropas norteamericanas enviadas para frenarlos", dijo a esta enviada especial uno de los funcionarios de fronteras del aeropuerto de Manama al explicarle por qué se le negaba la entrada en el país más pequeño del golfo Pérsico. Durante las más de 15 horas que esta enviada especial permaneció en el aeropuerto hasta ser expulsada definitivamente pudo ver la llegada de cientos de soldados norteamericanos. Vestidos de civiles y con un papel en la mano, los jóvenes atravesaron a toda velocidad el aeropuerto sin pasar ningún trámite. "Ya los ha visto. Ahora ya sabe por qué no queremos periodistas por aquí", afirmó un funcionario.

ENVIADA ESPECIALLa invasión de Kuwait ha sembrado el pánico en Bahrein. En los tres últimos días, miles de personas han abandonado la isla petrolífera. Los bancos han agotado sus reservas de dólares y la asociación de viajes ha lanzado un llamamiento para que la gente deje de hacer reservas en diferentes aerolíneas, lo que amenaza con colapsar el sistema. Ezra Nonoo, director de Finanzas, declaraba al Gulf Daily News que el pasado martes recibió otra remesa de medio millón de dólares, y que se la quitaron de las manos en "hora y media".Bahrein se encuentra a 25 kilómetros de la costa de Arabia Saudí, a la que está conectado por una autopista con dos puentes que pasan a través de la isla de Um al Nasan. El Pentágono, que tiene una base militar, la de Yutair (bajo mínimos desde el pasado abril), en este rico archipiélago petrolífero de 33 islas, de las que seis están habitadas, indicó que gran parte de los miles de hombres que formarán las "fuerzas defensivas" desplegadas en el suelo saudí llegaría a ese país desde Estados Unidos en decenas de vuelos charters que aterrizarían en diversos puntos de la zona. Dahran es la base desde la que operará la mayoría de las tropas estadounidenses. Dahran se encuentra en territorio saudí a pocos kilómetros de la costa del Golfo y a medio camino entre Kuwait (al norte) y BahreinEste rico emirato tiene una extensión total de 677 kilómetros cuadrados. El país recibe el nombre de su isla mayor, Bahrein, en la que se encuentra la capital, Manama. El aeropuerto, a sólo seis kilómetros de Manama, está enclavado en la isla de Al Muharrak, a la que se accede por un puente.

En manos de EE UU

"Somos un país muy pequeño, y los aviones iraquíes pueden hacernos desaparecer del mapa sin mucho esfuerzo. Hemos tenido que ponernos en manos de Estados Unidos, y por ello queremos discreción", señalaba un funcionario de Fronteras. "Hasta el momento, Bagdad no ha dicho nada contra nosotros pero más vale no llamar la atención de las fieras heridas".

El aeropuerto está abarrotado, sobre todo de mujeres y niños. Estados Unidos y el Reino Unido han aconsejado a sus ciudadanos que abandonen Bahrein. Las embajadas de ambos países han iniciado, "como medida de precaución", la evacuación de las familias y del personal no estrictamente necesario.

El emirato está poblado por unas 450.000 personas, un tercio de las cuales son emigrantes; en su mayoría, musulmanes asiáticos o árabes. Los británicos tienen también una amplia colonia de unos 3.000 empresarios, comerciantes y profesionales, contratados especialmente en el sector de servicios.

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Numerosas compañías extranjeras han cerrado sus puertas o han puesto "momentáneamente" a nacionales del miniestado al frente de las oficinas. "La llegada de las tropas norteamericanas ha relajado un poco la tensión, pero es mejor tomarse unas vacaciones", señala un empresario británico cuyo vuelo de vuelta a Londres sufrió un retraso de casi cuatro horas. "Es una locura. No damos abasto", señala N. Shahani, encargado de la aerolínea alemana Lufthansa en este aeropuerto.

La confusión y el nerviosismo reina en todo el emirato "Me importa un bledo lo que diga mi embajada en El Cairo. Ahora hay nuevas normas sobre la admisión de periodistas extranjeros. Tiene que esperarse un momento", gritó por teléfono a esta enviada especial el director de Información del Ministerio de Información, Ahmed Shurrugui. El momento fueron 15 horas y la solución la expulsión. Según los funcionarios de emigración, eso es "lo normal" desde el pasado día 2.

El Gobierno de Bahrein trata de tranquilizar a la población con un bloqueo de noticias. A través de los medios de comunicación social controlados por el régimen, la información sobre lo que acontece a pocos kilómetros de su frontera es mínima, y menos aún se permite la entrada de información sobre lo que pasa en el emirato. La gente está ávida de noticias, devora lo poco que dice la prensa local y cuando te identificas como periodista para hacer una pregunta, ellos hacen muchas más.

El diario británico The Times, que, según el vendedor de periódicos, publicó el miércoles un artículo sobre la cooperación militar entre Estados Unidos y Bahrein, fue retirado del mercado y no llegó ni tan siquiera a los quioscos del aeropuerto.

El emir Isa Ben Sulman al Jalifa viajó ayer a El Cairo para asistir a la cumbre propuesta por el presidente egipcio, Hosni Mubarak, con el fin de tratar de encontrar una salida a la crisis del Golfo. Al Jalifa no ha hecho declaraciones sobre la anexión de Kuwait por Irak, pero el Consejo de Cooperación del Golfo, en el que Bahrein está integrado, exigió durante la reunión mantenida el lunes en Yedda (Arabia Saudí) la retirada inmediata de las tropas iraquíes del suelo kuwaití.

La monarquía conservadora ha hecho del archipiélago un remanso de paz y desarrollo. Bahrein es el país más abierto de la zona. Aunque confesionalmente es islámico, es fácil tener acceso a bebidas alcohólicas, y en sus hoteles internacionales los extranjeros pueden comer todo el cerdo que deseen. Cada día sorprende menos en estas islas la libertad en el vestir de las mujeres, y no sólo por el abandono del tradicional chador, que, a diferencia del iraní, en esta parte del mundo cubre completamente la cara.

Las autoridades del emirato optaron por enfrentarse a la doble moral imperante en el resto de los países del Golfo. De ahí que no gocen de excesiva simpatía entre los wahabis, la secta fundamentalista suní más estricta, encabezada directamente por la monarquía saudí.

La invasión de Kuwait sorprendió a miles de ciudadanos de ese país disfrutando de los placeres de un fin de semana en Bahrein. La representación diplomática kuwaití se hizo cargo posteriormente de los gastos de todos aquellos que no lograron volver a su país y que se encontraron con que no tenían valor ni su dinero ni sus tarjetas de crédito, tan preciadas antes porque eran avales de petrodólares. Los kuwaitíes que se encuentran en Bahrein consideran que el bloqueo económico impuesto por la comunidad internacional a Kuwait e Irak sólo daña a los ciudadanos de a pie y se han manifestado a favor de la intervención militar norteamericana.

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