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LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS

La crisis España-Cuba empaña la fiesta del Moncado

Antonio Caño

ANTONIO CAÑO ENVIADO ESPECIAL, Cuba celebra hoy la fiesta política más importante del año, el aniversario de¡ asalto al cuartel Moncada, con 22 personas refugiadas en embajadas de países de Europa occidental (ayer salieron las tres que esta han en la suiza) y una firme voluntad del Gobierno cubano de mantener sin cambios sustanciales el sistema socialista que rige en la isla, a pesar de la crisis económica y la fuerte presión externa sobre el régimen.

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Los refugiados repartidos en las embajadas de España e Italia, más los 23 que ya abandonaron la Embajada de Checoslovaquia y la residencia del encargado de negocios de ese país, han provocado en Cuba una crisis de dimensiones casi comparables al escándalo causado hace una década por las 125.000 personas que salieron hacia Estados Unidos por el puerto de Mariel, lo que demuestra que el margen de maniobra del Gobierno cubano se ha reducido en ese plazo.Hace un año, el aniversario del Moncada llegaba cuando el país vivía aún bajo la conmoción del caso del general Ochoa, ejecutado unos días antes junto a tres de sus cómplices. Ahora, el esperado discurso del presidente Fidel Castro se produce tras el derrumbe del campo socialista y entre el síndrome del refugio diplomático.

Nunca la presión externa contra este país había sido tan fuerte. A la tradicional hostilidad de Estados Unidos se suma ahora el enfrentamiento de Cuba con los países europeos, y sobre todo con España, lo que obliga a muchos ciudadanos de la isla a ser pesimistas sobre su futuro.

Contra todas las adversidades, Fidel Castro trata de potenciar el socialismo, recordar sus virtudes, reactualizar las conquistas de la revolución iniciada con el asalto al Moncada y, en definitiva, mantener el rumbo del país a la espera de la celebración del IV Congreso del Partido Comunista -primer semestre del año próximo- para introducir algunas reformas y correcciones.

Si hay que guiarse por el tono de la convocatoria al gran acto de masas previsto para la noche de hoy en la plaza de la Revolución, no se puede más que predecir la insistencia de Fidel Castro en la negativa a los cambios en la dirección en que se han producido en el resto de los países socialistas.

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"¿Cuánto dieran los apologistas del capitalismo porque los trabajadores cubanos no viéramos en el presente de muchos pueblos el pasado que vivimos y que está sembrado para siempre en la memoria histórica de nuestro país? Cómo quisieran darnos en copa reluciente el vino amargo de los partidos burgueses, de la división entre ricos y pobres, entre negros y blancos, entre hombres y mujeres, el sálvese quien pueda, el mande mi señor, el yes para los yanquis", decía ayer en su editorial el periódico Trabajadores, órgano de la Central de Trabajadores de Cuba.

Rito decadente

Fidel Castro dedica el día entero a comprobar el desarrollo de numerosas obras que durante el resto del año los trabajadores se comprometen a entregar en estas fechas. Se trata de un rito que suena decadente y que se aprovecha para que los ciudadanos reiteren su confianza en el sistema y para que el comandante en jefe practique su didáctico discurso en defensa del socialismo. "Todo esto que han construido", les decía ayer, "es en su propio beneficio, porque sólo el socialismo permite que el pueblo trabaje en su propio beneficio".

Centro por centro, trabajador por trabajador, Fidel Castro reparte un mensaje de fe y de ánimo en tiempos difíciles. "Estoy seguro", manifestó durante su recorrido del martes, "de que rebasaremos las dificultades que vengan, pero habrá un proceso de adaptación duro".

Tan duro que algunos observadores mencionan la posibilidad de que el líder cubano anuncie hoy el inicio de lo que se llama el periodo especial en tiempo de paz, es decir, medidas drásticas de reducción del consumo y de producción en situación límite.

Como cada año, decenas de miles de personas, tal vez cientos de miles, conducidas por los comités de defensa de la Revolución, acudirán hoy a la plaza a expresar su respaldo al comandante en jefe. Resulta difícil calibrar cuánto hay de espontáneo y sincero en esa manifestación, pero los síntomas conocidos no indican un aislamiento del Gobierno cubano ante su pueblo comparable al de los países del este de Europa.

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