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Un ambicioso proyecto español presentado en la CE intenta combatir la ceguera en el Tercer Mundo

FÉLIX MONTEIRA El eurodiputado comunista Antoni Gutiérrez ha presentado a la Comisión Europea la Operación Cecilia, un proyecto para combatir la ceguera en el Tercer Mundo. De los más de 35 millones de ciegos, el 75% son curables con costes muy bajos y medidas preventivas, según los expertos. Los dos comisarios españoles, Manuel Marín y Abel Matutes, responsables de la política de cooperación de la CE, aprueban la iniciativa. Al proyecto se han sumado la Clínica Barraquer y la ONCE. Ambas instituciones están dispuestas a participar en una organización internacional de lucha contra la ceguera, que ahora no existe.

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El 75% de los ciegos tiene curación

"Al proyecto le hemos bautizado Operación Cecilia: ce, por Comunidad Europea; ci, por ciegos, y el resto, para completar un nombre que sonará bonito", explica Anton¡ Gutiérrez, líder histórico del PSUC y pediatra de profesión. Gutiérrez, con algunos miembros de su equipo, está volcado en completar un estudio operativo que será presentado a la Comisión Europea en noviembre.En el mundo hay 35 millones de ciegos, según la Organización Mundial de la Salud. Esta cifra se eleva a 42 millones, según un estudio del Instituto Barraquer, si se considera ciego a quien es incapaz de contar dedos a una distancia de seis metros. El 80% de los ciegos viven en países subdesarrollados. En todo caso, los expertos coinciden en que la cifra de invidentes se habrá duplicado de aquí a final de siglo, entre otras causas porque muchos de los niños ciegos que antes morían hoy logran sobrevivir.

La idea es comenzar un proyecto muy ambicioso por medio de una experiencia piloto que se desarrollaría a la vez en un país de Centroamérica y en cualquiera de los ocho países africanos que componen la llamada línea del frente. Para el primero de los casos se apunta el nombre de Guatemala, acaso porque es el único país que cuenta con un centro de prevención contra la ceguera. Después, el plan se iría extendiendo progresivamente.

Idea entusiasta

El doctor Joaquín Barraquer se entusiasmó desde el principio con la idea de Gutiérrez. El centro que preside está colaborando en los estudios previos y ha dedicado al profesor Carlos Ceriol, apoyado por tres médicos residentes del Instituto Barraquer, a la tarea de asesoramiento. La ONCE también se ha comprometido a facilitar apoyo financiero y técnico y "a interesar en el proyecto a las organizaciones hermanas de Europa".

El director general de la ONCE, Miguel Durán, afirma que " el asunto lo lleva el Consejo General de la organización", y a él le prestan especial atención el presidente, Jose María Arroyo, y la vicepresidenta. " Yo personalmente lo vi con muy buenos ojos desde el principio, valga la paradoja, y creo que el objetivo es conseguir que hay medio millón menos de ciegos cada año", explica.

Gutiérrez ha interesado también en la aventura a la organización no gubernamental Cidob (Centro de Información y Documentación de Barcelona), con experiencia en la cooperación en el Tercer Mundo. "Con los dos comisarios Marín y Matutes, encargados de facilitar los fondos de la CE, al iniciativa se convierte en totalmente española", dice el eurodiputado.

El Instituto Barraquer y la ONCE apoyan además el proyecto de crear una organización internacional específica contra la ceguera, que ahora no existe. El propio doctor Barraquer lanzó la idea en el Congreso Mundial de Oftalmología que se celebró en Singapur durante el pasado mes de marzo.

El comisario Manuel Marín admite que el Instituto Barraquer, cuyo prestigio mundial es indiscutible, "puede convertirse en la organización no gubernamental mundial para luchar contra la ceguera".

"Entre el 75% y el 80% de los casos de ceguera", según el informe presentado por Antoni Gutiérrez, "podrían ser evitados con métodos relativamente poco costosos". Bastan simples medidas de prevención o tratamientos sencillos, corno una pomada de tetraciclina, vitamina A o una operación de cataratas. El grave problema para el programa es la canalización de recursos, aunque los dos comisarios han prometido fondos de sus respectivos presupuestos de cooperación. De momento, ni la Comisión Europea ni la ONCE quieren hablar de cifras. El eurodiputado ha solicitado 8,8 millones de pesetas para elaborar el estudio del programa, cuya concesión está en estudio. "La gestión de la enfermedad en el Tercer Mundo es un reto vital, y la falta de factor humano plantea problemas dantescos", afirma Marín. El comisario gestiona subvenciones de cinco billones de pesetas en cuatro años para los 69 países de África, el Caribe y el Pacífico englobados en la Convención de Lome. La cooperación sanitaria está dentro de los objetivos, aunque la Comunidad apenas ha hecho nunca nada contra la ceguera.

Para el comisario Abel Matutes, responsable de la cooperación en Latinoamérica, Asia y países mediterráneos, el problema de extraer recursos es más dificil, aunque apoya totalmente la iniciativa. El presupuesto para América Latina asciende sólo a la sexta parte de los 300.000 millones de ingresos anuales que maneja la ONCE. Según fuentes ,de su gabinete, la aportación para América Latina está limitada a una cifra de entre 13 y 65 millones de pesetas al año.

Subvención insuficiente

Las subvenciones de la CE pueden resultar insuficientes incluso para el proyecto piloto, y se piensa que hará falta movilizar más recursos. Para el futuro, según fuentes comunitarias, el problema está en que Ia CE no patrocina temas de este tipo con carácter perenne". Sin embargo, en este caso existe una resolución del Parlamento Europeo, aprobada el 27 de octubre de 1988, en la que exige de la Comunidad un esfuerzo importante y continuado contra la ceguera.

La lucha contra esta enfermedad tiene la garantía de eficacia, porque la investigacióin está hecha. Sin embargo, el doctor Ceriol, de la Clínica Barraquer, advierte sobre la tentación de enviar exclusivamente medicinas o médicos europeos. El aporte de vitamina A, sulfamidas y oftalmólogos tendría que ser continuado y masivo, lo cual lo convertiría en excesivamente costoso. Aparte de los problemas meramente estructurales, están las barreras de tipo cultural. "Es muy difícil conseguir que los médicos occidentales permanezcan mucho tiempo en el trópico y que los indígenas acepten cambiar su dieta de hormigas rojas por zanahorias", apunta Ceriol. La solución, en su opinión, reside en formar personal sanitario y oftalmólogos, y en eso la Institución Barraquer puede jugar un papel muy destacado.

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