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Una pieza de ferocidad alegre

A los chicos que frecuentaron el lycée francés probablemente les resultarán familiares estos versos de Boileau: "Dans ce sac ridicule où Scapin s'enveloppe / Je ne reconnais plus l'auteur du Misanthrope...". Los reparos de Bolleau son, claro está, los reparos de un hombre de letras a un hombre de teatro; para Bolleau, Les fourberies de Scapin no pasan de ser un entretenimiento, una aproximación a la commedia dell'arte. Son eso y algo más. Cuando Molière escribe y estrena la obra, en 1671, le quedan dos años de vida. Es ya un autor consagrado, pero un autor que tiene que seguir escribiendo y estrenando; es decir, dirigiendo e interpretando, porque Molière es un cómico que vive del público, pendiente del éxito y de la taquilla, amén de lo que le asigna el rey, siempre y cuando el cómico y el autor le caigan en gracia.Molière y su tropa tienen un montón de enemigos, pero además tienen que jugársela día a día, arañando sus triunfos a unos poderosos contrincantes como son los cómicos italianos. Molière ha aprendido mucho de ellos, los trata a diario -muchas noches, después de la función, cena con el célebre napolitano Scaramouche-, y se ve en la obligación de medirse con ellos, en su propio terreno, un terreno que hace las delicias del público.

Es el propio Molière quien estrena el personaje de Seapin. Molière ya no es un pollo, sus facultades están muy mermadas y la obra fracasa. No es hasta después de su muerte cuando la obra vuelve a subir a los escenarios, esta vez con éxito. Con el paso de los años, Les fourberies de Scapin van perfilándose como una obra menor, una obra con / de criado (Scapin), muy divertida, y poca cosa más. Hasta que llega Jacques Copeau y hace una lectura totalmente diferente de la obra y del personaje. "Les fourberies", escribe Copeau, "no es una pieza cómica; es una pieza feroz, de una ferocidad alegre; Scapin es un gran primer papel, y no un criado de comedia, como MascariIle". Y va y lo demuestra: Copeau monta la obra y obtiene un gran éxito.

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