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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Respecto a las

declaraciones recientes en las que Defensa califica de extremadamente delicado el trato a los objetores presos, los insumisos que nos encontramos encarcelados en la prisión militar de Alcalá de Henares consideramos que Defensa miente, al tiempo que consiente la actitud de los jueces militares al aplicar una política represiva, selectiva y sutil ante la demanda de un derecho.La condición de objetor de conciencia no es un título, y ningún Consejo Nacional de Objeción de Conciencia (CNOC), ningún militar, ningún Gobierno está capacitado para negarla. Si la ley ha de referirse a tal condición, ha de ser sólo para decir que objetar no es delito y reconocer este derecho fundamental, sin imponer en contrapartida ningún castigo, como en este caso es la Prestación Social Sustitoria y la prisión.

El Gobierno no puede seguir con su política de oídos sordos, con su política represiva hacia un colectivo que manifiesta su rechazo al militarismo y al servicio militar obligatorio, colectivo que representa el posicionamiento de la gran mayoría de los jóvenes de España y de una parte cada vez mayor de la sociedad en general.

Defensa miente, pues el trato específico consiste en aplicarnos un régimen de incomunicación en secciones que están habilitadas para dormir y que carecen de todo tipo de servicios e infraestructura. Los objetores insumisos permanecemos encerrados en celdas 10 horas diarias. El resto del tiempo tenemos las puertas de las celdas abiertas, pero estamos recluidos en un espacio que es el pasillo de la sección. Se nos mantiene completamente aislados del resto de los presos y se nos impide el acceso y/o uso del comedor, bar, sala de televisión-vídeo, biblioteca, sala de estudio.

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Se nos restringe el uso del patio, gimnasia y ducha a dos horas diarias, horas que se ven interrumpidas y reducidas, pues se aprovecha ese momento para pasarnos la correspondencia (que a menudo llega con retraso) o llevarnos a taquilla para retirar ropa, útiles de aseo o vales de dinero.

Las únicas galerías especiales, señor Pertierra, son hoy por hoy las de incomunicados.

Respecto a los demás reclusos, los insumisos, que a nivel legal están en la misma situación de prisión preventiva, estamos completamente discriminados. Y esto es así únicamente por nuestras ideas (cosa que, paradójicamente, impide el reglamento interno de la prisión).

El reglamento interno es una mera enumeración de derechos y obligaciones que se inscriben en el Reglamento General Penitenciario, caduco y obsoleto, de la época franquista, que en absoluto se adecua a los tiempos que corren; contempla la pena de muerte y confiere poder absoluto a un coronel-gobernador del que únicamente conocemos su palabra preferida: "No".

La delicadeza de trato a los objetores presos consiste en obligarnos a comer, estudiar, leer o escribir de pie, en el suelo o en la litera, en negarnos continuamente una mesa y una silla, en no contestar o hacerlo tarde las instancias y peticiones, en negarnos llamadas de familiares de primer grado, en la violación de la correspondencia, en la pérdida de la intimidad con nuestras visitas por locutorio, en ser escuchados en las celdas y en las conversaciones telefónicas, en negarnos visitas cara a cara. Así, hasta una larga lista de la que no se excluye la mala leche de algún carcelero que se sobrepasa en sus obligaciones o en el uso de autoridad (no lo hacen todos, ¡faltaría más!).

En la prisión militar de Alcalá, a los únicos que se les trata entre algodones es a los golpistas. Ese trato de favor se amplía a los jueces militares que les reducen la pena o les amnistían. No así a los insumisos, pues algunos de ellos tienen la libertad reclamada y siguen en prisión, o niegan esa libertad solicitada por el fiscal.-

y seis firmas más.

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