Cortesía Oriental
El Praemium Imperiale fue creado en 1988 por la Asociación de Arte de Japón (AAJ) para conmemorar sus 101 años y con el objetivo explícito de agradecer al mundo la ayuda prestada a Japón y de volver a la comunidad internacional parte de ese esfuerzo, en palabras del ya fallecido presidente de su patronato, el príncipe Nobuhito Takamatsu.El galardón fue concedido en su primera edición el año pasado a personalidades como Willem de Kooning y David Hockney, que compartieron el de pintura, al escultor Umberto Mastroianni, al arquitecto I. M. Pei, al músico Pierre Boulez y al director de cine Marcel Carné.
El premio pasó entonces sin pena ni gloria; por eso este año la AAJ ha viajado a Londres para presentarlo en una conferencia de prensa masiva presidida por su presidente Hiroaki Shikanai, en presencia de sus consejeros internacionales, un quinteto de cuatro ex jefes de Gobierno -el británico Edward Heath, el germano Helmut Schmidt, el italiano Amintore Fanfani y el francés Jacques Chirac- y David Rockefeller.
Los criterios para otorgar el premio, los expertos consultados (alrededor de 50, según Shikanai) por esos consejeros (de los que sólo Heath tiene reconocida formación musical) y el carácter de las discusiones quedaron ayer envueltos en una nebulosa que más que pretender seguir los patrones de secretismo que envuelven al Nobel, como apuntó Heath, mostraba la inmadurez propia de un premio novel. El ex primer ministro británico, que fue el más locuaz, dijo que el Praemium Imperiale aspira a "convertirse en un complemento de los Nobel y poner el arte en el mundo a la par que las ciencias".
Babelia
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