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El Gobierno italiano mantiene la candidatura de Venecia para la Expo pese a las protestas

El Bureau International des Expositions designará el próximo día 14 el emplazamiento

Juan Arias

La decisión que el Bureau International des Expositions (BID) deberá tomar el 14 próximo sobre si designar o no la ciudad de Venecia como sede de la Exposición Universal del año 2000 está dividiendo a la opinión pública de Italia y a las fuerzas políticas y de Gobierno, las cuales, sin embargo, han acabado apoyando la tesis del ministro de Asuntos Exteriores, el socialista Gianni de Michelis, promotor de dicha idea. El Gobierno italiano decidió ayer "mantener la candidatura", según anunció el primer ministro, Giulio Andreotti. Los partidarios de esta tesis opinan que la época moderna debe estampar su firma en la ciudad, mientras que los adversarios, entre ellos decenas de intelectuales, piensan que la Expo sería el golpe mortal a una ciudad "agonizante".

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El Consejo de Ministros que duró hasta tarde en la noche del lunes y el debate de ayer en el Parlamento, donde el presidente Andreotti respondió a las 14 interpelaciones de diversas fuerzas políticas contra la idea de la Expo en Venecia, fueron ambos muy agitados. El ministro para la Cultura, Ferdinando Facchiano votó en contra; Carmelo Conte, ministro de las Zonas Urbanas, pidió que se hiciera la propuesta de Nápoles en alternativa a Venecia, mientras que el ministro del Ambiente, Giorgio Ruffolo, y el vicepresidente del Gobierno Claudio Martelli, ambos socialistas, confesaron su "perplejidad"Pero al final la delcisión fue que si el BID se decidiera. por Venecia en vez de Hannover (RFA) o Toronto (Canadá), el Gobierno italiano no se echará atrás de la decisión que el Ayuntamiento y la región de Venecia habían tomado ya hace años.

Claro que se ha recordado que de cualquier modo el Gobierno italiano tendrá cinco años de tiempo para dar su palabra final y que podrá dar su sí sólo si mientras tanto se ha conseguido un cierto "consenso nacional".

Lucha intestina

En realidad, se trata de una lucha intestina en campo político entre dos grandes figuras de relieve nacional, ambas venecianas: el impetuoso De Michelis que piensa que la Expo -sobre todo si, según su idea, se distribuye en toda la región de Venecia y no sólo en la ciudad- podría servir para lanzar económicamente a toda aquella zona y para hacer salir a Venecia, según él, del peligro de convertirse en un "museo" y en una ciudad desierta de "venecianos" y comprada por los ricos extranjeros que acudirían sólo a veranear. Según el ministro de Asuntos Exteriores, lo mismo que Venecia fue enriquecida a lo largo de los siglos por el paso de mil civilizaciones, cada una de las cuales dejó su huella, no se ve por qué nuestra época moderna no debería también dejar su firma en la encantadora ciudad de las góndolas.Por el contrario, el presidente del Partido Republicano, Bruno Visentini, otro veneciano de pura cepa, presidente también de la Fundación Cini, de la isla de San Giorgio, sede de mil congresos internacionales, en polémica continua con De Michelis, piensa que la Expo sería el golpe mortal a una ciudad ya "agonizante" en su infraestructura.

Sería, según Bruno Visentini, como el paso de los vándalos por Venecia, que la dejarían hecha pedazos. Y acusa al colega político socialista de desear la Expo sólo por motivos personales de prestigio.

Según Visentini, Venecia no es una ciudad "italiana", sino un patrimonio artístico de "toda la humanidad", a la que hay que proteger y conservar como una flor frágil y delicada.

Se enfrentan así dos visiones socioculturales contrapuestas: la estrictamente cultural de Visentini y la eficientista y tecnológica del ministro socialista.

Cientos de intelectuales

Con Visentini están cientos de intelectuales que llevan desde hace tiempo dando vida a manifestaciones de protesta en Venecia y enviando cartas a todos los líderes del mundo para que detengan la mano de De Michelis. Y les ha dado razón un voto del Parlamento Europeo, que se ha manifestado mayoritariamente contra la idea de la Expo en Venecia.También el presidente francés, François Mitterrand, ha anunciado su contrariedad con una carta al BID, mientras que, según ha publicado La Repubblica, el Gobierno español apoya la idea de De Michelis, a quien ha prometido, además, su ayuda para arrancar un voto favorable a los países de América Latina, que deberán decidir.

De Michelis siempre ha sostenido que acabará saliéndose con la suya e insiste en que no se ha entendido bien la gran importancia que para Venecia y para toda Italia supone la Expo del 2000, pero la batalla no será fácil, porque en el tema se mezclan una infinidad de sentimientos contrapuestos, muchos de carácter psicológico y sentimental y según algunos hasta "irracionales".

Pero Visentini, una especie de rey veneciano, apuesta al revés por alejar de Venecia tal "desgracia", y asegura que deberán pasar sobre su cadáver antes de que tal adversidad pueda golpear a "su Venecia".

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