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Un camino diferente

Hace un año, la primavera de Pekín abrió el ciclo de revoluciones en el Este. Pero fue la única que fracasó. El estallido prematuro del movimiento explica en parte su muerte, aunque igualmente razones culturales, políticas y tácticas pueden aclarar el porqué del fallido camino chino hacia la democracia. Por empezar, cabe destacar la amnesía de los movimientos democráticos chinos. En 1957, 1976, 1978-79 y 1986-87 hubo ya eclosiones primaverales, pero en cada ocasión los portavoces de la disidencia parecían haber olvidado las luchas de sus predecesores. Incluso en 1989 pocos fueron los que recordaron la existencia de prisioneros encerrados desde hace más de 10 años por haberse alzado contra el despotismo. En Hungría, Checoslovaquia o Polonia, en cambio, las luchas las llevaron a cabo personas con amplia experiencia en las reacciones del régimen ante los desafios que pudieran lanzársele.La falta de referencias en China no fue sólo histórica, sino también geográfica. Para un europeo del Este, el dilema que se plantea es el de cómo integrar un modelo que ya existe y que parece al alcance de la mano: el de la economía de mercado de Europa occidental. Para un chino, mal informado sobre el mundo exterior, el modelo es confuso, y nadie relativamente serio puede evocar el "sueño norteamericano" o la perestroika soviética más que como meras metáforas. Los movimientos de Europa del Este fueron antiutópicos, mientras que la comuna de Pekín se vio constantemente arrastrada por la lógica de ideales globales y sintió la permanente necesidad de construir símbolos, y no de destruirlos.

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Para un occidental, la diosa de la democracia puede tener valor de desafío; para muchos chinos, se trata de una tentativa de integrar dos ideales en el mismo espacio: el de la nación y el de la libertad. Y en cierto modo la tragedia del año pasado abrió ese camino confiriendo al movimiento democrático sus credenciales para incorporarse de pleno derecho a la historia china.

La magnitud del acontecimiento hará no sólo imposible el olvido de sus sucesores, sino que figurará además en los anales de la convulsionada marcha del país en el siglo XX.

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