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Reportaje:

Problemas menores

En los colegios madrileños se reproducen en pequeña escala agresiones racismo y abusos de autoridad

Los padres del colegio Miguel Hernández, de Torrejón de Ardoz, denunciaban en el mes de diciembre de 1989 a un profesor por infligir castigos humillantes a los alumnos, tapándoles la boca con celofán o expulsando a una niña por haberse orinado en clase cuando previamente se le había negado el permiso para salir del aula.El Ayuntamiento de Aranjuez ha tenido que instalar sistemas de alarma para cortar los robos nocturnos, sobre todo en el colegio San. Isidro, donde eran más habituales. La comisaría de policía puso en práctica un sistema propio, de acuerdo con los colegios, para limitar las llamadas telefónicas de amenaza de bomba, que al comienzo del curso eran constantes.

En Colmenar de Oreja, una agresión escolar, producida en el mes de octubre pasado, llegó a ser denunciada ante la Guardia Civil tras una pelea en la que Cristina González, alumna de octavo curso, resultó dañada con contusiones en la nariz, cuello y piernas.

Novatadas

En Leganés, los conflictos de este curso se centraron en el inicio del mismo con las novatadas que los estudiantes veteranos infligieron a sus companeros de primero. Pintar la cara a los pardillos o tirarles huevos fue práctica habitual en varios centros de la localidad. Sin embargo, el problema llegó a adquirir tintes de agresión entre grupos en el instituto número 9, que acogió durante el primer trimestre a los 700 alumnos de otro instituto que aun estaba por concluir.En cuanto a agresiones en las aulas, sólo se produjo un conflicto en un centro de EGB de La Fortuna, donde un alumno propinó un puñetazo a una de las profesoras, a la que rompió el tabique nasal.

La violencia también se ha visto reflejada durante este curso en la zona noroeste. El caso más conocido fue el que ocurrió en febrero en el instituto Las Rozas 2 que finalizó con la expulsión de dos hermanos que presuntamente habían agredido, en las puertas del centro, a Beltrán Gómez causándole una fractura de mandíbula. Los hermanos fueron expulsados del colegio.

O. M., de 15; años, corrió mejor suerte que los agresores de Beltrán, ya que el claustro de profesores del colegio Carlos Ruiz, de Villalba, decidió que las lesiones que padeció Juan Antonio Crespo, de 13 años, en una pelea con él, habían tenido lugar fuera del recinto escolar, por lo que se consideró no imponer al alumno ninguna sanción. Juan Antonio estuvo ingresado en el hospital del Niño Jesús de Madrid.

En Alcalá de Henares las protestas se han reavivado este curso. El ataque de un joven drogadicto a dos niñas del colegio Antonio Machado y la presencia habitual de un grupo de jóvenes drogodependientes que utilizaban los alrededores del centro para pincharse, abandonando después las jeringuillas, provocó manifestaciones de la federación de APA de Alcalá ante el Ayuntamiento y se organizaron patrullas de padres en los alrededores del colegio. También en Alcalá los alumnos del colegio Puerta de Madrid volvieron a ser tiroteados con perdigones el pasado mes de mayo cuando hacían gimnasia en el patio del centro. El profesor de Educación Física había sufrido otro ataque similar a principios de año.

En otros centros, como en el instituto de bachillerato número 9 de Móstoles, el peligro no está en la violencia física. En este centro los alumnos se ven rodeados por pandillas de gamberros que marcan a golpes su territorio. Este año algunos escolares sufrieron en sus carnes las palizas propinadas por una banda que los amedrentaba. En Aranjuez, los alumnos de octavo de EGB del colegio público San José de Calasanz secundaron durante cuatro días una huelga para reivindicar a la dirección medidas de control sobre un reducido grupo de compañeros de sexto curso a quienes acusaban de gamberrismo. Un profesor de Educación Compensatoria se hizo cargo de los indisciplinados.

Sin embargo, sobre la violencia planea el fantasma de un velado racismo. En el colegio Picasso de Mejorada del Campo se repite el problema de integración de niños gitanos que se vive en Morata de Tajuiña. Los alumnos de esta etnia que no van aseados y mantienen sus formas de comportamiento eran conducidos hasta hace muy poco al gimnasio para que se ducharan.

Racismo

El problema en la localidad de Parla, que tiene en jaque tanto a las asociaciones de padres como a otras entidades, es la existencia de pararrayos radiactivos en algunos colegios: "Han reconocido que no son positivos para la salud, pero en el Ayuntamiento dicen que no tienen sitio donde guardarlos. Ningún miembro de la corporación parleña conoce cómo pudieron llegar este tipo de aparatos a los colegios, y aunque estén dentro de lo permisible producen desconfianza", subraya un padre.Al igual que la violencia de los adultos se transmite, también los niños asumen la responsabilidad de las instituciones en sus problemas. Un niño del colegio público Federico García Lorca de Majadahonda recientemente escribió una carta al alcalde de la localidad, Ricardo Moreno de Tejada, en la que se quejaba de que las bandejas de su colegio ,,están sucias de restos de comida anterior y de pelos y bichos".

Sin embargo, este texto, publicado en un -semanario local, encierra tras de sí una serie de intereses comerciales, según denuncian fuentes socialistas de Majadahonda, "sobre el futuro abastecimiento de alimentación del centro".

Insalubridad y fiestas

En Villalba durante el invierno pasado unos 1.500 alumnos de los colegios Ricardo León y Mariano Benlliure estuvieron varios días sin poder asistir a los respectivos centros escolares debido a la crecida de las aguas de una laguna cercana a los colegios y a las lluvias, que provocaron una serie de inundaciones en la zona próxima. En dos centros de Galapagar el agua de la lluvia también provocó inundaciones.También en Villalba, durante este curso, causó pavor una fiesta celebrada por un pub de la localidad para los estudiantes. La fiesta, que resultó muy del agrado de los chicos pero que trajo consigo las protestas de los padres, se llamaba la fiesta de las pellas; el éxito de asistencia fue total por parte de los alumnos, y las protestas de los padres obligaron al Ayuntamiento a multar a los propietarios del pub y a pedir la intervención de la Comunidad de Madrid en el asunto para aumentar el monto de la multa.

En este sentido, los chicos de Torrelodones no se quedan cortos. Allí se celebra la tradicional fiesta de los cates, que consiste, comenta un alumno de un centro, "en beberse una copa por cate (suspenso)".

En Majadahonda y en Las Rozas son temidas las proximidades a las fiestas navideñas, ya que el último día de clase los chicos de todos los centros de los dos municipios saltan a la calle y piden el aguinaldo mientras beben por la calzada durante todo el día, rompiendo litronas por suelos y escaparates. Los muchachos llevan las caras pintadas en son de guerra. La creación de nuevos centros de estudio y las protestas por los cierres de otros, como el Carlos I de Torrejón de Ardoz, encierros para pedir que se concluyan en su plazo los nuevos centros y denuncias contra padres por haber golpeado a los profesores de sus hijos dan una idea de que este año ha sido tranquilo, pero no tanto.

Esta información ha sido realizada por Javier Barrio, Elisa Blanco, Luis Esteban, Miriam de las Heras, Francisca Hernández, Ana Roldán y Antonia S. Vara.

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