Con brillo propio
Cabía la posibilidad de que el cuarteto no levantara el vuelo con el único motor de George Adams y la falta de turbina de Don Pullen, su compañero habitual. El saxofonista ha resuelto la ausencia duplicando esfuerzos tarea que parece sencilla para un músico en el que el jazz es casi un acto reflejo. Ahora toca durante más tiempo sobre un repertorio más variado e incluso tiene la tentación, mal reprimida, de cantar como si tuviera cualidades de crooner.Para lo que sí tiene facultades es para hacer suyas las canciones de cualquier compositor, porque sopla con tanta fiereza como lo haría un John Coltrane nacido en Texas. Adams trajo al Central a Hugh Lawson, un pianista de Detroit. La elección es sabia, porque ser pianista en Detroit es como trabajar el cuero en Ubrique. Lawson estaba situado al lado del aire acondicionado, pero no le hizo falta su beneficio, por que tampoco le dieron la oportunidad de acalorarse. Tan sólo brilló en As time goes by, canción asociada con los pianistas de bar desde el asunto del servicial Sam. Santi Debriano se presentó con un vetusto contrabajo de cinco cuerdas, que toca de la manera más moderna que pueda uno imaginarse. Se entrega en cada solo y es un acompañante inquieto, siempre dispuesto a sugerir ideas. El batería Lewis Nash se trajo en esta ocasión las baquetas de matar y casi las rompe. No es lo único que sabe hacer, como puede atestiguar Tommy Flanagan, con quien le vimos días atrás hacer encaje de bolillos. Y al Final nos mandó a casa con un silbato como el de Roland Kirk.
George Adams Quartet
George Adams (saxo tenor, flauta y voz), Hugh Laxson (piano), Santi Debriano (contrabajo), Lewis Nash (batería). Café Central. Madrid, 31 de mayo.
Babelia
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