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Akihito lamenta ante Roh la agresión japonesa a Corea entre 1910 y 1945

El emperador japonés Akihito ha sido algo más explícito que su padre, el fallecido Hirohito. En una ocasión pública, como la actual visita a Tokio del presidente surcoreano, Rob Tae Woo, ha hecho referencia, para condenarla, a la política imperialista de Japón en Asia entre 1910 y 1945.

Akihito, sin mencionar directamente el período colonialista nipón, expresó anoche a Roh, en los brindis de un banquete ofrecido en su honor, su "más profundo pesar" por los daños que su país causó en el pasado a Corea. "Pienso en los sufrimientos causados a su pueblo por mi país en ese periodo desafortunado y no puedo menos que sentir mi más profundo pesar", dijo el emperador en el breve pero esperado discurso pronunciado ante un centenar y medio de invitados en la cena de gala que ofreció en palacio al presidente de Corea del Sur.El tono y el contenido del discurso imperial eran antes de la llegada de Roh el nudo gordiano de la visita oficial de tres días que el mandatario inició ayer a Japón en medio de grandes medidas de seguridad. Veinte mil agentes de policía han sido movilizados en Tokio para prevenir posibles ataques por parte de grupos radicales ultranacionalistas. Uno de estos grupos amenazó la semana pasada con asesinar a cualquier emigrante coreano residente en Japón -hay aproximadamente 680.000- que manifieste sentimientos antijaponeses.

Lo que fuera a decirle el emperador a su ilustre huésped se había convertido desde hacía casi un mes en uno de los asuntos mas delicados con los que la diplomacia nipona ha tenido que lidiar últimamente debido a la amenazante actitud del presidente surcoreano de suspender su viaje si no obtenía una declaración de perdón por las brutalidades que los japoneses cometieron en la península coreana desde 1910 a 1945.

Los límites del emperador

Las negociaciones sobre el mensaje del emperador Akihito concluyeron sólo la víspera de la llegada de Roh a Tokio. Un enviado especial del Gobierno japonés se trasladó a principios de esta semana a Seúl para informar del texto del discurso retocado varias veces y hacer notar a las autoridades surcoreanas los límites constitucionales que la figura del emperador comporta en la política japonesa.El emperador no es un jefe de Estado. Es, en abstracto, el símbolo de la unidad del pueblo y teóricamente no puede implicarse en los asuntos políticos.

El primer ministro, Toshiki Kaifu, así lo había hecho saber al gobierno surcoreano y había prometido que sería él quien presentase una rotunda excusa cuando recibiera al presidente. Kaifu presentó ayer por la tarde una de las más sinceras disculpas que jamás haya formulado antes un gobernante japonés respecto a los atropellos cometidos en Corea durante más de treinta años de colonialismo: "Quiero expresarle mi más franca y humilde disculpa por el insoportable sufrimiento y la pena que la conducta de nuestra nación produjeron al pueblo de la península coreana en el pasado", dijo Kaifu.

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