_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Del mito al hombre

Estaba sentado en una habitación pequeña y luminosa, corrigiendo pacientemente la traducción de un libro hoy olvidado de Charles Bettelheim. Para los intrusos (una estudiante de medicina y un universitario cesante que buscaba trabajo en artes gráficas) fue un gran momento. Les había costado mucho saber que allí, en el último rincón de la editorial Siglo XXI, se ganaba la vida Fernando Claudín, lejano mito de la nueva izquierda española, desde que, sin documentación ninguna, había cruzado la frontera. Le asediaron a preguntas sobre el futuro inmediato (corría 1975), y él contestó con paciencia y sentido común, divertido de aquel papel de oráculo que se le atribuía y prestando más atención visual a la chica.Fue el comienzo de una rara amistad. Ellos esperaban aprender, y aprendieron mucho sobre la historia del Komintern, la guerra civil, el exilio. Pero seguramente aprendieron más de la persona, de esa rara tenacidad con que Claudín perseguía la realidad hasta su raíz, de esa fidelidad a los principios que le había llevado a cambiar de creencias incluso al precio de tirar su vida anterior por la ventana.

Más información
Muere Fernando Claudin, uno de los primeros teóricos del eurocomunismo

Siempre les sorprendía: aprendiendon a conducir, escuchando con curiosidad al más escandaloso Jimi Hendrix, emprendiendo alguna aventura intelectual y políticamente suicida por simple convicción y arrastrado por las malas compañías, y sin dejarse tentar nunca por la cómoda posición del intelectual de vuelta de todo. Le vieron discutir de forma suave pero cortante con un viejo dirigente comunista húngaro, al que acorraló para hacerle admitir las insuficiencias de la apertura de Kadar, y sintieron respeto y algo de temor al pensar cómo debieron ser las disputas de 1963 en París. Y le vieron asistir con gozo y asombro a la vuelta de la libertad al Este, al final del experimento imposible, sin perder el sentido crítico (el pesimismo de la inteligencia, que se decía) ante los peligros, los obstáculos y el posible precio.

La reprensión del sabio

Con el tiempo fueron estando de acuerdo en casi todo, lo que en parte fue una pérdida, pues ya dice el libro que se aprende más de la reprensión del sabio que de la interminable cantinela de los necios. Y cuando no estaba de acuerdo con algo Claudín era breve, claro, y contundente sin perder la amabilidad.

Se reía con el humor de un adulto y con la risa de un niño, y lo siguió haciendo hasta que agotado entró en el sueño. Disfrutaba de la vida y sabía que nada tiene menos sentido que imaginarle una trascendencia. Siempre había dicho que no le daba miedo la muerte, y resultó que era cierto, lo que ya es más singular. Era muy amigos de los amigos, y esa lealtad, el humor, la curiosidad y la capacidad de riesgo hasta el final, aunque estén presentes en su obra, son el recuerdo in apreciablemente privado que aquellos jóvenes del 75 guardarán de él.

Ludolfio Paramio es director de la Fundación Pablo Iglesias. Más información en la página 43

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_