Amor ciego
A Gregorio Salvador, académico de la Lengua Española (véase EL PAÍS, suplemento Educación, del 1 de mayo), le ocurre, por lo vísto, lo mismo que a Jacqueline Angulo, defensora de los animales. Es bien sabido que el amor -tanto a personas como a causas- puede cegar al enarrioramiento: Angulo denunciaba desde Marsella presuntas torturas a animales en flestas que ni haPasa a la página siguiente
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presenciado, y de las que, por tanto, hablaba de oídas. Eso le ha valido irónicas réplicas que han desprestigiado su actuación en la causa, con lo cual no parece haber conseguido mucho en favor de los animales que defiende. Gregorio Salvador ha incurrido en el mismo error. Su amor a la lengua española le hace ver, además de los peligros reales que ésta corre, otros peligros fabulosos, y así se atreve a afirmar que en algunas comunidades autónomas "está ocurriendo algo tan grave como que el castellano está desapareciendo". Si eso fuera verdad, señor Salvador, el diario más preocupado por la salud de la lengua española, EL PAÍS, lo habría sacado en noticia de primera página. ¿Ha vivido usted en Valencia, Barcelona o Bilbao? ¿Se ha dirigido usted a los nativos en español y no le han entendido? ¿No publican en estas ciudades, y en otras bilingües, prensa en castellano? ¿No está previsto que se reciban hasta cinco canales estatales de televisión en la lengua común? La experiencia y el estudio serio deshacen muchos molinos de viento. Con esa estrategia de la desinformación está usted haciendo un flaco favor a la causa que defiende.
¿O es que quizá piensa usted que lo perjudicial para el hispanohablante es conocer otros idiomas? Pero si consideramos cultas a las personas que conocen el inglés, el alemán o el griego, ¿porqué no vamos a considerar un rasgo cultural igual de respetable que se hablen el catalán, el vasco o el gallego? Señor Salvador: los que hacen faltas gramaticales no suelen ser los bilingües o trilingües, sino gente que ignora hasta los rudimentos del único idioma que: está obligado a saber en toda España. Idiomas son cultura.Rosanna Cantavella.
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