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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un solista y una orquesta

Cada año las Juventudes Musicales de Madrid (JMM) organizan una serie de grandes conciertos con actuaciones absolutamente estelares. Es una iniciativa de la presidenta, María Isabel Falabella, absolutamente acertada, pues de esos acontecimientos nacen becas que llevan al extranjero a algunos de nuestros mejores jóvenes músicos.El miércoles, en la sala grande del Auditorio, con asistencia de la reina Sofía, actuaron el mítico violonchelista Mstislav Rostropóvich y

la Orquesta de Cámara de Noruega, que con Iona Brown, su concertina-directora, ha alcanzado primera categoría internacional.

De Rostropóvich no se sabe qué escribir a estas alturas, pues su nombre lo dice todo y es garantía de la más alta calidad. Pero cualquier artista, incluso el más grande, tiene sus días, y en esta ocasión el violonchelista de Bakú hizo auténticas maravillas en un concierto de Vivaldi, ejemplo de intención espirituosa, y en las un tanto cargantes Variaciones rococó, de Chaikovski Aquí no siento rebozo al afirmar que el interprete estuvo por encima de la obra, que, desde luego, permite al solista exhibir todas sus facultades. Claro que inmediatamente, en la zarabanda de Bach dada como propina, Rostropóvich nos llevó a otras regiones estéticas no sólo distintas sino mucho más elevadas. El legato de Rostropóvich, su capacidad para explicar los valores polifónicos del violonchelo y su pensamiento musical tan exigente como expresivo no dejan de asombrar cada vez que se evidencian. Al terminar su versión de Bach, entre las ovaciones y bravos sonó una voz potente que entre sílabas hizo la única crítica posible, porque gritó: "¡Perfecto!".

Concierto extraordinario de Juventudes Musicales Madrileñas

M. Rostropóvich, violonchelista. Orquesta de Cámara de Noruega. Directora: lona Brown. Auditorio Nacional. Madrid, 9 de mayo.

La Brown, tan estupenda violinista como magistral música de cámara, ofreció versiones de primer orden de las Áreas y danzas antiguas, de Respighi, y del Concierto en re, de Stravinski, obras de 1932 y 1946, respectivamente, que muestran dos formas diferentes de mirar al pasado: la restauradora y la innovadora. En suma, un concierto fuera de serie y un triunfo grande para las JMM, que a juzgar por el lleno sacarán buen partido de la jornada en beneficio de nuestros futuros grandes concertistas.

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