El secreto de los mensajes

Preston Sturges fue uno de los gigantes del cine clásico norteamericano, pero su nombre no se ha difundido tanto como el de algunos de sus compañeros porque las películas que rodó han estado fuera del alcance de los aficionados durante bastante tiempo. Sólo en los últimos anos, gracias a la acción conjunta de filmotecas, festivales y emisoras de televisión, sin olvidar las salas de repertorio, ha sido posible rescatar sus obras para poder contemplarlas como se merecen, recuperando así a un artista de primera magnitud, injustamente olvidado, que nunca renunció al humor como arma fundamental de un poderoso instinto creador. Y en ese rasgo esencial de las historias que escribió y dirigió radica la fuerza de un estilo único en el que la gracia o el toque divertido no eran sólo el disfraz de un cierto miedo a ver la vida como es, sino la forma de hacer más característica de este escritor-director que nunca se tomaba a sí mismo demasiado en serio, porque tampoco consideraba que sus personajes fueran héroes intachables.Los viajes de Sullivan es una fábula contemporánea muy rigurosa, construida con enorme sabiduría, bajo unas apariencias de innegable comicidad, que también se presenta como un cuento de hadas para adultos contado por un narrador excepcional. Según Sturges, este filme con mensaje aspiraba a convencer a los espectadores de que el mensaje más importante de una película es, sencillamente, que no debe de haber ningún mensaje.

La película está llena de aciertos, y cada personaje es un hallazgo regocijante, una muestra divertida de la fauna humana y una concreción sana de la alegría de vivir.

La historia encierra una meditación honda sobre lo que es el séptimo arte, y especialmente sobre la manera en que cada proyecto cinematográfico afecta a la conciencia de los directores, aparte de ser una de las películas más entretenidas y reveladoras que jamás se hayan rodado sobre el cine-dentro-del-cine.