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LAS VENTAS

Invalidez disimulada

Los novillos anunciados de El Torero resultaron inválidos para la lidia, aunque esta lacra, al no ser escandalosa, la disimulaban hasta que salían de la primera vara y se acamabari. La mayoría de los esIpectadores protestaban tibiamente la aparición por chiqueros de semejantes llaveritos de juguete. La minoría, centrada casi toda en el tendido 7, batía con ardor el pañuelo verde, solicitando fueran devueltos tan impresentables y endebles bureles.Esta minoría demostró tener razón. Poco a poco los novi,lletes perdían gas y renqueaban ya sin ningún disimulo. Llegaban al último tercio moribundos y casi pidiendo que los despenasen. O sea, la antítesis de un toro de lidía, que se traducía en la antítesis de un festejo interesante.

El Torero / Plaza, Rodríguez, Pirri

Cuatro novillos de El Torero, escasos de trapío y fuerzas, 5º de Puerto de San Lorenzo, terciado, manejable, y 6º, sobrero, de Caridad Cobaleda, bien presentado, con genio. Fernando José Plaza: silencio; aviso y silencio. Miguel Rodríguez: ovación; vuelta. Pirri: palmas; silencio. Plaza de Las Ventas, 30 de abril. Segundo festejo de la feria de la Comunidad. Media entrada.

Los ánimos de los tres aventajados ex alumnos de la escuela taurina de Madrid Fernando José Plaza, Pirri, que sustituyó al lesionado Luguillano, y Miguel Rodríguez se estrellaron con la catadura de sus enemigos, que les impedía exponer en el ruedo lo que habían aprendido en las clases teóricas.

Lastimosas miniaturas

Ni un momento rutilante podía esperarse de tan lastimosas miniaturas. Ajenos al vano intentode los diestros por extraerles pases, los sufridos aficionados se divertían con las frases que desde el 7 (disparaban contra el presidente, Luis Espada. Todo un monumento a la creatividad, en la que son tan duchos como en en su intento de mantener la categoría de Las Ventas.En esa estábamos cuando la fortuna sonrió a todos. Vino en forma de un novillo de Puerto de San Lorenzo, mediano tirando a pequeño, pero que ni se caía ni nada. Rodríguez lo aprovechó para alumbrar con su arte e inspiración la lluviosa y, taurinamente hablando, aburrida tarde.

Se lució en banderillas clavando tres emocionantes pares reunidos en el espacio de una moneda de peseta nueva, que ya es mérito. Después lo toreó con gusto y empaque en vanas series con la, derecha, intercalando dos bellísimas trincherillas. Hubo algunos desajustes en la faena, lo que añadido a sus fallos con la espada le impidieron cortar oreja, pese a la petición. Espada hizo las paces, momentáneamente, con el 7 por negarse a otogar el trofeo.

La historia transcurrió anodina en los otros animalillos, pues el sexto, de tamaño normal, fue geniudo y Pirri no se acopló.

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