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RELEVO EN MANAGUA

Nicaragua sepulta la guerra

Un general español preside la entrega de armas de la Contra

Un general español de 58 años, Agustín Quesada, que luce boina azul sobre un uniforme repleto de condecoraciones, era el encargado, como jefe de la fuerza de paz de la ONU en Centroamérica (ONUCA), de iniciar anoche (madrugada en España) la recogida de armas de la Contra. Si el delicado equilibrio en el que hoy se mueve Nicaragua no se altera, el proceso se completará el 10 de junio y Quesada verá hecha realidad una frase que, cuando la pronunció, era excesivamente optimista: "La guerra ha terminado".

El general Quesada se resiste a creer las palabras de Daniel Ortega de que las cinco zonas en que debe reasentarse la guerrilla antisandinista, con 2.500 kilómetros cuadrados de superficie en total, puedan servir como punta de lanza para una ofensiva generalizada. "Fueron elegidas y diseñadas", recuerda, "tras un proceso de propuestas y contrapropuestas en el que intervinieron tanto el Frente Sandinista como la Resistencia Nicaragüense, y resultaron aceptables entonces para ambos. Están elegidas para facilitar el proceso de concentración". El militar reconoce que la situación se ha complicado por el hecho de que en los dos últimos meses el número de contras en el interior de Nicaragua ha pasado desde los 5.000 que venían siendo habituales hasta más de 10.000.En su opinión, el movimiento de los rebeldes por amplias zonas del país de las que se ha retirado el Ejército responde a los desplazamientos hacia las zonas citadas. "Aparentemente, la Resistencia Nicaragüense está cumpliendo su parte del trato", alcanzado el pasado 18 de abril en Managua con los representantes de ganadores y perdedores en las elecciones del 25 de febrero.

Única garantía

Aquel compromiso sigue siendo todavía hoy la única garantía de que Nicaragua, con la asunción de la jefatura del Estado por Violeta Chamorro ayer entra por la vía de la reconciliación y dice adiós a las armas. El general, a la insinuación de que tal vez la Contra pretenda hacer ver que sólo aceptó el alto el fuego y que el desarme habrá de negociarse con el nuevo Gobierno, replica que en sus contactos con diversos dirígentes de la guerrilla, como los comandantes Franklyn y Rubén, éstos le han asegurado que lo firmado se respetará. Y, desde luego, se firmó el desarme.En declaraciones a EL PAÍS, Quesada asegura que su contribución personal y la de ONUCA al acuerdo de desarme "fue de carácter técnico", si bien precisa que, de acuerdo con las instrucciones recibidas del secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, se insistió "en que se fijara una fecha de principio y otra de final", la primera el 25 de abril, horas después de que se produjera el histórico relevo en la presidencia; la segunda, el 10 de junio siguiente.

En realidad, la ONUCA fue en principio un cuerpo de observadores creado al atender la ONU la petición de los presidentes centroamericanos, reunidos en Tela (Honduras) en agosto de 1989. El objetivo era evitar que desde un país centroamericano se pudiera prestar ayuda a las fuerzas irregulares que actuasen en otro país de la zona.

Los aspectos civiles quedan al cargo de la Comisión Internacional de Apoyo y Verificación, conocida por sus siglas CIAV, en la que participan la ONU y la organización de Estados Americanos (OEA), y que se creó en el marco de los acuerdos de Esquipulas entre los presidentes centromericanos.

La ONUCA cuenta con 260 observadores de cinco países (Venezuela, Colombia, Canadá, Irlanda y España) con el apoyo de un equipo médico de 11 miembros llegado de Alemania Occidental (país que también cede un avión) y un escuadrón de helicópteros canadiense. En los próximos días, llegarán también contingentes de Brasil, Ecuador, India y Suiza.

La representación española es actualmente de 49 oficiales y jefes, entre ellos el coronel Manuel Maldonado, de 56 años, casado con una peruana y que cambió su destino como segundojefe de la Escuela de Estado Mayor del Ejército por un reto al que no es ajena su afición de siempre por América Latina, a donde ha viajado en más de 30 ocasiones.

Maldonado, jefe de la misión en Nicaragua, luce incómodas "heridas de guerra" en ambas piernas, resultado del ataque de un siniestro bichejo conocido como coloradillas. La malaria, el tifus, la fiebre amarilla, la hepatitis y la disentería son amenazas constantes para los miembros de la fuerza de la ONU, si bien el coronel reconoce que los españoles se han salvado hasta ahora de la quema.

Quesada es un zaragozano que ejerce de madrileño, que dirigió la Academia de Ingenieros del Ejército, que se tiraba en paracaídas cuando aún lucía las tres estrellas de coronel y que apenas se tomó unos minutos cuando, el pasado mes de noviembre, se le ofreció la oportunidad de ser el primer español que dirigiese una fuerza de la ONU. Desde entonces, ha ejercido tanto de militar como de diplomático y ha vivido al máximo una misión "diferente y apasionante, en la que cada día es distinto del otro y a todos les faltan horas".

Es tiempo de etiqueta

La invitación de Violeta Chamorro, de 60 años, a la recepción posterior a su toma de posesión como presidenta exigía traje oscuro para los caballeros y de cóctel para las damas. Su predecesor, el sandinista Daniel Ortega, de 45 años, nunca paró en tales distingos de etiqueta, aficionado como era a camisetas negras que siempre parecían la misma y que sólo una campaña electoral tornó en camisas estampadas de flores.Una diferencia de detalle, pero que bien puede servir para ilustrar que el relevo presidencial implica también un cambio de estilo y que doña Violeta -aristócrata de la burguesía, si es que tal especie existe- seguramente se esforzará en imponer, a su estilo suave de abuela que conserva el atractivo de la juventud.

Daniel, como su hermano Humberto, no sabe lo que es la sonrisa. El poder tiene la culpa. Primero, porque luchó contra uno despótico, el de Anastasio Somoza, que le encarceló, le torturó y le mató un hermano. Segundo, porque lo conquistó y lo ejerció durante 10 largos años, contra tirios (oposición interna y guerrilla) y troyanos (norteamericanos). Y tercero, porque lo perdió, y ya se sabe que las alegrías del poder no se descubren mientras se poseen y se añoran cuando se desvanecen.

Doña Violeta, en cambio, tiene ese inconfundible aspecto de las personas a las que gusta disfrutar de la vida, pero sin excesos, moderadamente, sin ir contra el decoro.

Ambos llegaron al poder bajo la infame etiqueta de que, en realidad, el poder estaba en otras manos.

Ortega, para sorpresa de muchos, no tardó en imponerse sobre sus ocho pares del directorio sandinista. Chamorro insiste en que ella es la que manda, y no su yerno Antonio Lacayo como dice todo el mundo.

Para su desgracia, Ortega sólo mostró carisma cuando se retiró, tras sufrir un batacazo en las urnas. Para su fortuna, Chamorro ganó las elecciones, se asegura, con el único capital de su carisma.

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