Escuela valenciana

La programación de las últimas tres semanas ha permitido verificar en Madrid la existencia de una posible escuela valenciana, de una verdadera cantera de músicos de jazz que vienen de Valencia. Los tres grupos que se han sucedido en el Café Central, con el liderazgo de Jeff Jerolamon (con Sambeat y Gonzálbez), Ramón Cardo y Jordi Vilá, han dado el buen pulso del jazz que viene de Levante.Si se recuerdan, también, el grupo de Ximo Tebar y músicos que hace tiempo vinieron a Madrid, como Antonio Moltó y Víctor Merlo (ahora en Nueva York), se llega a formar una potente nómina valenciana en el panorama del jazz nacional.

El grupo de Jordi Vilá ha demostrado que allí se estudian -y también se aprenden- las cosas. En el homenaje a Charlie Mingus que presentan, Vilá es el hombre del contrabajo y consigue hacer volar las cuerdas con acierto en la definición sonora. Nunca fue fácil ser pianista de Mingus (ni para éI mismo), y Donato Marot se plantea y resuelve una intervención estimable que también sabe lanzar desde la espiral del blues.

El guitarrista Joan Soler también aportó seguridad. No sitúa su trabajo en las coordenadas de aquel disco del maestro, Three or four shades of blues, con Larry Coryell como guitarrista, sino que ejerce de constante constructor de riffs de la banda y parece saber que en un homenaje a Mingus también se tiene que acordar uno mucho de la música de Duke Ellington.

En los saxos, Ramón Cardo se ha confirmado como revelación; conoce la dinámica de riffs de la música que interpretan y sabe bien qué es lo que hacía Jackie McLean cuando estuvo con el maestro. Exponen bien y a veces consiguen llegar al centro, la singular cadencia y el constante cambio rítmico que definen la música de Mingus.

Por debajo de lo esperable se puede situar la actuación del grupo Circle. El líder es el guitarrista Soren Lee, cuidadoso con el sonido, pero sin ningún tirón, es un músico estático. Andy Winter es un baterista capaz y rígido, y el bajista Michael Kiaer no consigue contribuir a la cohesión del grupo.

Entre la rigidez y la falta de puja, realizan una exposición tímida en una música que necesita respirar libertad. Es un grupo poco cohesionado de músicos jóvenes que van desenvolviéndose, y no una sólida banda de habitual ejercicio en Nueva York, como podría desprenderse de su currículo.