El 62% de los cairotas tiene que tomar calmantes para poder dormir
ÁNGELES ESPINOSA Junto a la imagen de las pirámides y a la inevitable sensación de suciedad, el visitante de El Cairo se lleva consigo la impresión de una ciudad caótica, donde todo el mundo grita. No se trata de una percepción subjetiva. Un reciente informe ha confirmado que el nivel de ruido supera hasta 10 veces el límite señalado como dañino.
El estudio, elaborado por el Centro Nacional de Investigaciones por encargo del Gobierno egipcio, responsabiliza a la contaminación ambiental de un descenso del 14% en la capacidad productiva de los afectados. Además, los expertos establecen un nexo causal entre el alto índice de hipertensos (un 33% de la población de El Cairo) y el elevado ruido de la ciudad.Sólo tal situación puede explicar que el 62% de los cairotas tenga que recurrir a calmantes y somníferos debido al ruido.
De acuerdo con los exámenes médicos realizados por la doctora Saranaa Abu al Makram en personas de entre 20 y 50 años, a mayor tiempo de exposición al ruido, mayor incremento de la presión arterial Otras molestias constatadas se refieren a trastornos del sueño, neurosis diversas, así como sensación de malestares indeterminados, tres veces más frecuentes entre los sujetos sometidos a altos índices de contaminación acústica. Abu al Makram, especialista en medicina industrial, ha comparado la incidencia de esas enfermedades entre habitantes de las zonas más céntricas de la ciudad y los de las más tranquilas, dentro de un mismo nivel social.
Circulación caótica
El Informe apunta hacia la caótica configuración de la ciudad y las peculiares características de su circulación como principales responsables de la alarmante situación actual. Un millón de vehículos, la mayoría de los cuales no pasaría la menos exigente de las inspecciones técnicas, atasca cada día el corazón de El Cairo, con una conducción en la que la bocina sustituye a cualquiera de los otros indicadores.
Al uso incontrolado del claxon se une la reverberación producida por los puentes elevados, construidos sin distinción sobre avenidas y calles estrechas para aliviar el tráfico. En ese ambiente, al egipcio no le queda otro remedio que chillar para hacerse oír, hasta el punto de haber convertido el grito en su forma habitual de conversación.
Todos estos inconvenientes son especialmente percibidos por los recién llegados, extranjeros que visitan o tienen su residencia en la mayor capital árabe. Muchos acusan dificultades para conciliar el sueño, síntomas de fatiga y descenso del nivel de concentración en general. Ni siquiera las grandes personalidades se libran. "Nos han tratado muy bien, el único problema es que no he podido dormir en toda la noche debido al ruido de las motoras", se quejaba el ministro Francisco Fernández Ordóñez al término de una visita a la capital egipcia. El informe ha analizado el período que va de las 7.00 a las 22.00, pero, aunque el alboroto desciende durante la noche, el paso de camiones y la ausencia de leyes que regulen las emisiones de ruido dificultan gravemente el descanso.
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