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Celebran el galardón en el local de un presunto contrabandista

Xosé Hermida

Cuatro redactores de El Correo Gallego decidieron meterse en la boca del lobo para desenmascarar las redes que han reconvertido al contrabandista local de tabaco en traficante de droga. Investigaron duro y a fondo, asumiendo un riesgo personal. Cinco impactos de bala en el cuerpo de John Lennon marcaron el inicio de una década, como refleja el reportaje de Jordi Muixí para TV-3, y otro disparo en la cabeza del fotógrafo Juantxo Rodríguez marcó el final. Iñaki Gabilondo, el periodista más escuchado, cree que se ha reconocido la voluntad de juego limpio del equipo de Hoy por hoy. Ellos son los galardonados en la última edición del Premio Ortega y Gasset de periodismo.

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Los cuatro periodistas del diario santiagués El Correo Gallego celebraron la concesión del Premio Ortega y Gasset en un restaurante de la isla de Arosa (Pontevedra) propiedad de Marcial Dorado, uno de los presuntos jefes del contrabando en Galicia. Esta provocada ironía puso fin a la primera fase de una aventura que se inició con otra reunión, una noche de octubre de 1988, en una cafetería de Vilagarcía de Arosa también supuestamente vinculada con el negocio.Cuatro meses de investigación y los datos acumulados después de varios años haciendo informaciones locales en la ría de Arosa les permitió contar 'Lo que nunca se dijo del contrabando', una serie de 11 reportajes publicada entre enero y febrero de 1989 en El Correo Gallego.

Los cuatro periodistas tuvieron acceso al sumario judicial 11/84, fruto de la más importante operación anticontrabando en Galicia, y a partir de ese material lograron poner de manifiesto la reconversión del tráfico ilegal de tabaco al de droga, las redes de corrupción policial que alcanzaban a los guardias civiles que custodiaban el parque de Doñana, agentes de bolsa que informaban a los capos de operaciones financieras y de las fluctuaciones del dólar en el mercado internacional o cuentas bancarias de 2.000 millones de pesetas a nombre de disminuidos psíquicos.

El trabajo incluyó también la publicación de una lista de más de 100 números de teléfonos de la ría de Arosa pinchados por la policía, de matrículas de lujosos coches propiedad de contrabandistas y de un censo de embarcaciones que transportaban habitualmente mercancía ilegal.

Investigación a fondo

Todo eso no fue para ellos una investigación periodística cualquiera. No se trataba de seguir los pasos a ningún desconocido, sino de rastrear detrás de la vida de los convecinos de sus propios pueblos -en algunas ocasiones hasta de familiares-, de aprovechar profesionalmente la asistencia como invitado a un bautizo o a un banquete de bodas, de denunciar una situación socialmente aceptada por muchos de sus vecinos y de sus lectores.Los cuatro llevaban varios años en El Correo Gallego y acabaron coincidiendo en la sección de Comarcas. Dos son licenciados en periodismo: María Elisa Lois, de 31 años, desde hace cinco años delegada del periódico en Vilagarcía, de donde es natural y donde comenzó su carrera profesional, y Alfonso Freire, de 30 años, nacido en Negreira (La Coruña), que acabó en 1986 la carrera en Barcelona y decidió volverse a su tierra, "cuando me di cuenta de que nunca iría a la guerra de Vietnam".

Los otros dos se iniciaron como corresponsales en su pueblo: Benito Leiro, de 32 años, graduado social, comenzó a escribir crónicas de Vilagarcía de Arosa en 1980, y José Antonio Pérez, de 30, natural de Padrón, tras estudiar magisterio y criminología Regó a trabajar durante cuatro años como detective privado en Madrid, ayudó a fundar la emisora Radio Arosa y en 1985 entró en el diario, donde más tarde fue designado jefe de Comarcas.

En octubre de 1988 se dieron cuenta de que después de tantos meses, y entre noticias de plenos municipales y conflictos marisqueros, habían logrado acumular una buena cantidad de información. A veces realizando tareas tan ingratas como las de las estadísticas del tabaco de contrabando aprehendido, que las autoridades nunca faciltaban, pero María Elisa sumaba pacientemente cada 12 meses. "Nos reunimos y comprobamos que todo aquello disperso no significaba nada, pero contextualizado era una auténtica bomba".

Descargas clandestinas

En sus horas libres consiguieron asistir clandestinamente a descargas de tabaco, hablaron a escondidas con decenas de personas y acudieron con apariencia inocente a fiestas y actos sociales. Pero lo peor vino luego. Nada más anunciarse el reportaje el primer día, un abogado apareció en el periódico e intentó detener la publicación de las informaciones. Recibieron amenazas de muerte, presiones familiares que estuvieron a punto de que uno de ellos retirase su firma de los trabajos y tres demandas judiciales. Muchos lectores de la zona se dieron de baja en la suscripción del diario.El resultado fue una serie de reportajes "que más tarde nos fusilaron algunas revistas nacionales, con errores y todo". Los cuatro insisten en que todavía queda madeja de la que tirar. "Nuestra frustración fue que nunca obtuvimos datos para demostrar las implicaciones políticas del contrabando, que habíamos podido desentrañar gracias a testimonios personales".

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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