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Reportaje:UNA NUEVA EUROPA

¿Revolución en Albania?, No, gracias

Stalin es un héroe y Gorbachov es un villano en el último reducto europeo de la ortodoxia comunista

El régimen de Albania se niega a hablar de reformas, a pesar de la caída del comunismo en Europa oriental. En el museo ideológico de Europa, Stalin sigue siendo un héroe, mientras que Gorbachov es condenado como traidor. Sin embargo, aunque la revolución parezca quedar muy lejos, existen diversos indicios de que Albania no puede continuar con su aislamiento. La economía está desfalleciendo y, especialmente entre los jóvenes, crece la impaciencia por el retraso y la falta de libertad existentes en Albania.

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"Queremos más música. Más libertad. ¿Revolución? No, no, gracias", asegura un joven con gafas de sol en un parque de la capital, Tirana. Baja el volumen de su magnetófono y empieza a preguntarnos por las estrellas del pop de Europa occidental. Quiere saber si también nos gustan Duran Duran, Pet Shop Boys, Michael Jackson...A pocos extranjeros se les permite entrar en Albania, pero gracias a las televisiones yugoslava e italiana (Albania es la tierra de las largas antenas de televisión) los jóvenes, que representan la mitad de la población, se ven bombardeados con imágenes de la forma de vida occidental. El contraste les desolador; Albania parece estar 30 años atrasada en casi todas las cosas.

Sin embargo, en un recorrido de una semana por Albania se encuentran pocos indicios de descontento. Por cada persona que critica cautelosamente la falta de libertad hay otras 10 que defienden -a menudo, con entusiasmo- el sistema actual.

"Albania no es como los países de Europa oriental. Nuestro socialismo surgió de nuestro propio país cuando nos liberamos de los ocupantes extranjeros. Antes, Albania no era nada. Estamos orgullosos de nuestra independencia", dice Sprio Angeli, en la ciudad de Sarande. Su actitud refleja la casi obsesiva política de independencia que hizo que el anterior dirigente, Enver Hoxha, rompiera con Cfi1na y la Unión Soviética. En un país con una larga historia de feudalismo y ocupación, el régimen comunista ha explotado hábilmente el nacionalismo.

Desde Sarande, en el extremo sur, se puede ver Corfu. Cada año, unos 20 albaneses consiguen huir a la vecina Grecia. Escapar del país es un delito capital, pero el castigo normal para los detenidos es de 8 a 14 años en prisión. Según Simon Stefani, ministro de Interior, hay 3.850 presos, de los que 84 son políticos. Los diplomáticos occidentales consideran que esta cifra es correcta.

Vigilancia

La policía de seguridad, Segurimi, vigila absolutamente todo.Una mañana intenté ir en autostop con un camión hasta el pueblo siguiente. Sólo había recorrido un par de kilómetros cuando dos empleados del hotel me alcanzaron y, a pesar de las protestas, me llevaron de vuelta a la ciudad.

No parece que exista la desesperación e ira reprimida que impregnaba la Rumanía prerrevolucionaria. Hay comida (aunque la carne está racionada a 250 gramos semanales) y electricidad. La sociedad en general parece estar mejor organizada que en otros países prerrevolucionarios de Europa oriental.

Aunque los dirigentes del partido viajan en Mercedes y los vehículos privados están prohibidos, Albania parece estar relativamente libre de corrupción. Los dirigentes viven de manera sencilla, según diplomáticos occidentales.

Los informes llegados a principios de año sobre protestas contra el régimen en la ciudad norteña de Shkoder y en otras parecen exagerados. Ninguna de las personas con las que hablé en Shkoder o en Tirana había visto protestas violentas. Un diplomático occidental dijo que un grupo de estudiantes realizó una manifestación espontánea en Tirana en febrero, que fue disuelta rápidamente por la policía.

El Gobierno no corre riesgos. Soldados con rifles automáticos patrullan por el exterior de las residencias de estudiantes en Tirana. Al preguntarle por la presencia de los soldados, un estudiante de Geología contestó: "Hábleme del fútbol en su país".

Ll Jiyu, de la agencia china de noticias Xinhua, único periodista extranjero residente en Tirana, que describe la situación en Tirana como "estable", aunque añade: "El régimen está nervioso y asustado de verse más aislado. Albania criticó los cambios en Hungría y Polonia con palabras muy duras. Pero fueron mucho más cautos al comentar los acontecimientos de Checoslovaquia y Rumanía. Se dieron cuenta de la incoveniencia de tener a todos esos países como enemigos en las presentes circunstancias.

Ramiz Aliá, que ha gobernado a los tres millones de habitantes de Albania desde 1985, quiere entablar lazos económicos con el mundo. Es evidente que los resultados económicos de Albania son pobres. Las reservas de petróleo y minerales, que suponen el 40 por cierto de los ingresos de divisas, están disminuyendo y no tienen la suficiente calidad para cumplir con las nuevas especificaciones de la Comunidad Económica.

Las fábricas utilizan una tecnología obsoleta. Los camiones y los autobuses tienen entre 30 y 40 años. Las carreteras principales son a menudo tan estrechas que no hay espacio para dos vehículos. La agricultura es primitiva, y el suministro de bienes de consumo, mínimo. La renta per capita es la más baja de Europa, unos 1.000 dólares.

Estrechar lazos con la CE

El mes pasado, el portavoz de Exteriores, Luan Rama, declaró en una entrevista concedida a Xinhua que Albania quiere establecer lazos estrechos con la CE. Pero la Comunidad está más interesada en cooperar con los países del bloque oriental que están cambiando. El año pasado, Alemania Occidental canceló diversos proyectos en los campos del petróleo, el níquel, el cromo y la agricultura debido a la preocupación por el abuso de los derechos humanos en Albania.

Aunque es bastante difícil decir exactamente lo mal que va la economía albanesa, está claro que el descontento por ello es, potencialmente, una fuerza poderosa para el cambio. Albania ha padecido una severa sequía en los últimos tres años y las perspectivas de la cosecha para este año son deprimentes. Los diplomáticos destacados en Tirana no descartan que pueda haber manifestaciones violentas este otoño si la situación alimentaría empeora. "La situación económica puede provocar un cambio político radical, posiblemente dentro de este año. No habrá revolución, sino más bien un cambio de poder interno muy alejado del legado de Hoxha", dice un diplomático occidental.

Allá admite que hay que adoptar ciertas medidas para "perfeccionar" el sistema. Habla de luchar con la burocracia y de contar con gente joven en el aparato del Estado.

Pero sigue siendo un "hombre Hoxha al ciento por ciento", como dice un diplomático en Tirana. Pocos creen que Alia, que calificó recientemente a los acontecimientos de Europa oriental de "tragedia", sea el hombre que conduzca a la república de Albania por un nuevo curso de la historia.

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