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LA DERROTA DEL SANDINISMO

Los 'duros' de Cuba aprovechan la derrota de Ortega

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIAL La derrota del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ha sido aprovechada por los sectores más intransigentes de la revolución cubana para subrayar su oposición a cualquier aperturismo y para reprochar a Managua "haber aceptado jugar con las reglas del enemigo". "Aquí conquistamos la revolución a tiros, y a tiros tendrán que arrebatámosla", comentó un funcionario. Varios cientos de personas sitiaron ayer el domicilio de] disidente Gustavo Arcos, y con gritos de "¡Socialismo o muerte" y "¡Fuera la gusanera!" certificaron la advertencia oficial.

El revés encajado por los nueve comandantes sandinistas, visitantes asiduos del palacio de la Revolución de La Habana antes y después de la caída de Anastasio Somoza, fue calificado por el Gobierno cubano como "un duro revés para las fuerzas, progresistas del mundo". Fidel Castro no censuró públicamente la decisión del FSLN de concurrir a las urnas ni presionó a Daniel Ortega para que atemperase su acercamiento a las exigencias de Estados Unidos, pero fuentes próximas al poder reconocieron que el adelanto de los comicios, las concesiones de Ortega, su aparatosa conversión religiosa y la aplicación en el país de ajustes económicos de corte fondomonetarista preocuparon en círculos influyentes del partido.El descalabro de la revolución sandinista fue celebrado calladamente por quienes en Cuba confían en un fracaso similar, con urnas o sin urnas, del sistema establecido por Castro hace 30 años. No parece, sin embargo, que el Partido Comunista Cubano tenga intenciones de ceder espacio a la disidencia en ningún terreno y la lección nicaragüense refuerza las posiciones de aquellos que insisten en posturas radicales y en los inconvenientes de la tolerancia.

"Lo que ha ocurrido en Nicaragua nos demuestra que no se puede hacer ninguna concesión a los norteamericanos", dijeron.

Cuba pierde un aliado importante en su apoyo a los movimientos guerrilleros de América Central, que no cesará, y deberá resistir en solitario los empujones de Estados Unidos y las recomendaciones de las democracias occidentales para que la revolución engrane con el pluralismo político aceptado por la dirección sandinista. Tampoco es éste el proyecto de Fidel Castro, decidido únicamente a reformar los mecanismos de elección del partido que gobierna los destinos de la isla y a aprobar el voto secreto.

El fracaso del FSLN no fue comentado con acritud por el líder cubano en una reunión privada celebrada este fin de se mana en la Casa de las Américas con motivo del cumpleaños del poeta Pablo Armando Fernández. Fidel Castro se refirió a los aspectos positivos y dijo que los sandinistas controlan todavía el Ejército y la policía nicaragüenses.

Tras el estupor inicial por e fracaso del FSLN, no previsto por las encuestas efectuadas en Nicaragua por los propios cubanos, la Unión de Juventudes Comunistas fomentó debates en la universidad de La Habana e institutos de enseñanza media y superior, donde la militancia juvenil comunista expresó su "profundo dolor" por el desastre y culpó a Estados Unidos de haberlo provocado con su política de acoso al país centroamericano. También lamentaron la derrota sandinista los vecinos de Daniel Ortega en La Víbora, barrio habanero donde vivió el dirigente nicaragüense en los setenta.

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