Hacia la Europa de 1993 con encaje de bolillos
200 trabajadoras de toda España debaten su futuro en la Asamblea de Madrid
"Con cursillos de macramé, miga de pan y bolillos no vamos a conseguir la plena integración laboral en la Europa del 93", vinieron a decir el pasado sábado en la Cámara autonómica madrileña las más de 200 participantes en la primera sesión parlamentaria de mujeres.La experiencia fue convocada por la Federación de Asociaciones Flora Tristán para conmemorar la fecha del 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora. Allí no hubo debate. Todas coincidieron en el largo camino por recorrer hasta conseguir una educación igualitaria que se traduzca en homologación de salarios y responsabilidades. "De otro modo, nuestra integración en el mercado único se hará en el espacio que el hombre ya no quiere", dijo la delegada de la asociación Les Comadres, de Gijón.
Todas, en el mismo cesto
El gran objetivo fue "romper el fuego" de la participación en las instancias que deciden los modelos sociales, porque el europeo para algunas mujeres puede también cuestionarse. "¿Con quién me asocio?, ¿con los pringaos de la tierra, o con los poderosos para ser su vasallo?", planteó María Jesús Izquierdo, del Seminario de Estudios de la Mujer de la universidad Autónoma de Barcelona.
Amas de casa, trabajadoras del textil, sociólogas, peluqueras..., hablaban de liberar a las Marujas hasta que la periodista Elvira Guelves encuadró en el término "a todos los hombres y mujeres que con sus actitudes perpetúan los hábitos de discriminación sexual" y nadie volvió a repetirlo. Siete minutos tuvieron cada una de las parlamentarias accidentales para dibujar la situación actual de la mujer desde distintas perspectivas.
"Sed riquiñas, nos dicen. Desde la infancia se nos inculcan valores como la pasividad y la obediencia que luego son explotados en el mundo laboral", recordó María José, representante de las Feministas Independientes Gallegas. "El 89% de las ofertas de trabajo son sexistas. Se nos exige, además de preparación, ser jóvenes, tener buena presencia, estar libres de cargas familiares, ser simpáticas...", afirmó Antonia Galán, de la Federación de Asociaciones de Mujeres Flora Tristán.
Desde el estrado tomó la palabra la militante feminista Victoria Sendón, aliviada al comprobar que aquello no se parecía ,la los juegos del Gabilondo con niños". Rotunda, citando a Aristófanes y a Marcuse, removió los cimientos reivindicativos, porque, a su juicio, "ahora los males estructurales que hay que combatir son la familia y el sistema productivo". "¡Qué majaderías!", enfatizó, "qué chorradas estamos produciendo para seguir consumiendo. El único sentido del trabajo es el ocio". La discriminación, el acoso sexual, el acceso a la educación, las consecuencias físicas y psíquicas de una "jornada interminable". Entre denuncias apareció Pepa Casanova, ama de casa, madre, esposa y miembro del centro cultural Lucero, de Madrid.
Compras desproporcionadas
"Yo me rebelo contra los que nos meten a todas las mujeres en un mismo cesto. Cada una como persona es distinta de otra". El caso era decirlo, allí, en público, aunque los nervios le entrecortaran la voz y el aliento. "No existe peor enemigo para las mujeres que trabajamos en casa que las que trabajan fuera", gritaba. "Muchas, muchas liberadas", insistió, "quieren que nosotras nos liberemos fregando sus casas, además de trabajar en las nuestras".
Un respeto pidió Pepa para las que como ella administran "el sueldo que el hombre nos trae" y que otras "gastan entre compras des proporcionadas, cafeterías y taxis". Ella asegura trabajar con un diccionario cerca del receptor de radio para consultar las palabras que oye pero no entiende.
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