_
_
_
_
Tribuna:UNA NUEVA EUROPA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dos congresos de la izquierda europea

Con algunos días de intervalo, entre el 7 y el 18 de marzo próximo, dos grandes partidos de la izquierda europea van a celebrar importantes congresos: el Partido Comunista Italiano (PCI) y el Partido Socialista de Francia. Se reúnen en el momento en que la izquierda parece amenazada por las revoluciones de 1989 en los países del Este. La caída de las dictaduras, allí instauradas desde hacía más de 40 años, significa un duro golpe para el comunismo histórico. La amplitud de su fracaso origina una gran crisis de conciencia entre los militantes que creían profundamente en la perspectiva de una sociedad justa, cuyo advenimiento prometía. El desconcierto puede inducir a estos seguidores hacia excesos izquierdistas o hacia la extrema derecha, e incluso a alejarlos durante un largo tiempo de la política.Golpe generalizado

El golpe que han recibido los partidos comunistas de Occidente amenaza con repercutir sobre todo el conjunto de la izquierda. Si el francés (PCF) permanece inmovilizado detrás de la imagen de Georges Marchais podría obtener menos del 10% de los votos en las legislativas de 1993, lo que aseguraría la victoria de la derecha, aun en caso de un avance socialista. El odio engendrado detrás de la cortina de hierro por 40 años de tiranía puede empujar a los electores hacia la derecha salvo en Hungría, donde los reformadores comunistas se han afirmado desde hace tiempo, y en la República Democrática Alemana (RDA), donde los socialdemócratas tienen posibilidades de alcanzar cierto éxito, porque allí suimplantación histórica fue grande antes de 1983 y donde la propaganda de Willy Brandt resulta muy eficaz. Sin embargo, las revoluciones del Este repercuten en Occidente, donde los ciudadanos no distinguen siempre de manera clara entre socialismo y comunismo.

Fracaso económico

Se quiera o no, el fracaso de la economía en la URSS y en las ex democracias populares se presenta como una victoria del capitalismo. Poco importa que éste sea soportable en Occideute sólo gracias a los correctivos que a partir de 1945 le introdujo la socialdemocracia, donde ella ha logrado, a un mismo tiempo, rectificar las variaciones del mercado por medio de una política coyuntural, acortar las diferencias entre desigualdades y desarrollar una protección contra los riesgos colectivos. Este aspecto del problema tiende hoy a pasar inadvertido a medida que las dificultades económicas obligan a los socialdemócratas a mostrarse más gestores que reformadores, debilitando así su imagen. Después del congreso del Partido Laborista británico y del SPD alemán en 1989, el congreso del Partido Socialista de Francia va a tratar de reforzaria. Lamentablemente, el debate esencial se verá oscurecido por la lucha feroz (que parece algo prematura) por la sucesión de François Mitterrand para las elecciones presidenciales de 1995.

Estas rivalidades entre clanes son mucho más lamentables en la medida en que los franceses tenían la oportunidad de plantearse el verdadero problema del socialismo democrático en Europa: ¿cómo traspasar, en el marco de la Comunidad, los poderes para regular y corregir el mercado? Cabe recordar que ya no tendrá en ningún país estos poderes por el hecho de que el 80% de las decisiones económicas y sociales no estarán en sus manos a partir de 1993. Ya que Delors es, en efecto, uno de los miembros más importantes del partido socialista y nadie mejor que él podría negociar este tema. Sin embargo, su popularidad, según las encuestas, ha descendido, ya que, junto con Michel Rocard, es una personalidad peligrosa para las ambiciones presidenciales de los otros líderes del partido, motivo por el que se le margina al máximo. Surge también el temor de que en Rennes no se traten los problemas fundamentales.

Renuncia a la dictadura

Finalmente, el congreso del PCI será el más interesante de todos porque planteará con claridad el tema del socialismo democrático de izquierda, que los otros partidos comunistas siempre han rehusado abordar a fondo, y que los partidos socialdemócratas no se atreven a examinar abiertamente. La renuncia a la dictadura del partido único en la URSS y en Europa del Este pone fin al gran cisma de 1917, consagrado en Francia por la ruptura del congreso de Tours de 1920 y en Italia por la del congreso de Livorno de 1921. No obstante, el retorno a la unidad supone una toma profunda de conciencia para la cual ni el Partido Comunista Francés ni el Partido Socialista Italiano están preparados. El Partido Socialista de Francia podría ayudar a su similar de Roma a hacer un mejor planteamiento del problema, si el interés electoral no Interfiere en este último.

El éxito del congreso del PCI que se va a celebrar en Bolonía concierne ante todo a la república italiana porque pondrá fin a la cuarentena que excluía del juego político a un partido socialista democrático de izquierda, que ocupa un espacio equivalente al conjunto del Partido Socialista de Francia y a los dos tercios del PCF: el abanico que va desde Giorgio Napolitano a Ingrao cubre aproximadamente el que va de Michel Rocard a Georges Fiterman. ¿Durante cuánto tiempo aún los electores más inteligentes de Europa fingirán no darse cuenta? El problema es fundamental porque domina la alternativa en el único país de la Comunidad que todavía lo ignora. De todos modos, la respuesta concierne a toda Europa, donde el camino actual del PCI será seguido necesariamente, después de retrasos variables, por los otros partidos comunistas, y sin lugar a dudas será el francés el último en adaptarse a la realidad. ¿Cuándo comprenderán los pretendidos ortodoxos que el problema consiste en analizar con los ojos de Marx el mundo de 1990 tal cual es hoy y no con los ojos de Marx cuando escribió El manifiesto de 1848 o la Crítica al programa de Gotha de 1875.

Maurice Duverger es diputado en el Parlamento Europeo por el PCI. Traducción: Carlos Scavino.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_