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Emilio Muñoz, decidido a afrontar la reforma del CSIC contra viento y marea

Emilio Muñoz, presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), está afrontando la peor crisis desde que accedió al cargo, en octubre de 1988. Los problemas laborales le asedian desde hace tres meses, y a ellos se ha sumado esta semana la tensión generada por las destituciones de tres directores de instituto y el anuncio de reestructuración de otros seis centros. Pero lo complejo de la situación no parece que vaya a hacerle cambiar de planes: "Tengo que intentar cerrar el proceso de reforma", ha manifestado a este diario.

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El doctor Muñoz está convencido de que su misión en el CSIC es cerrar una etapa que considera superada y poner en marcha una estructura que permita desarrollar de manera más eficaz la labor investigadora. Cree que el actual, sistema, que prevé prácticamente la elección de los directores de instituto por los trabajadores de cada centro, es "poco flexible", y aboga por un tipo de dirección "más profesionalizada y con mayor capacidad de decisión". Este cambio, en su opinión, redundaría en "una mejora de la actividad científica".La reforma que propone tiende a adaptar para el sector público esquemas habituales en el sector privado y a reforzar la capacidad de decisión de la propia presidencia del consejo.

La tensión que vive el primer centro público dedicado a la investigación no le causa extrañeza. "El consejo", dice, "tiene que estar convulso porque ha estado mucho tiempo anestesiado". Sin citarlo explícitamente, muestra su opinión de que durante la etapa de su antecesor, Enric Trillas el brusco aumento de los presupuestos (fruto del súbito interés del poder por la ciencia) y la política de sortear los problemas históricos de la institución, pero sin abordarlos a fondo, sumieron al CSIC en un letargo.

Hablando claro

"Nosotros", agrega refiriéndose a él y su equipo, "hemos suprimido la anestesia, y si nos hemos caracterizado por algo ha sido por hablar muy claro". Los problemas estructurales del consejo los remite Muñoz a "una larga historia de 50 años lleña de datos positivos, pero también con muchos aspectos negativos".El presidente del CSIC no descarta que la reforma sea fruto del consenso, aunque es consciente de que será "muy difícil". Para confirmar esa dificultad están los sindicatos. "El reglamento que viene es para echarse a temblar", comenta Javier Ibarra, de UGT. "Y est oy seguro", agrega, "de que globalmente no fomentará que haya más investigación". Emilio Criado, de CC OO, se queja de que se pretenda contraponer "eficacia a democracia", y recuerda que, con sus defectos, el reglamento de 1978, que fue fruto de una fuerte presión de los trabajadores del consejo, permitió una renovación que está en el origen del gran salto dado por el CSIC en su actividad científica.

Estos investigadores adscritos a los sindicatos creen que el trabajo que se desarrolla en el consejo es una tarea en equipo y que para que ésta sea eficaz todos los miembros del equipo han de sentirse integrados, lo que hace especialmente adecuado un sistema como el actual, con cargos prácticamente electivos.

Esa misma concepción de trabajo en equipo es la que les lleva a reivindicar que los aumentos otorgados a las tres escalas superiores de investigadores se hagan extensivos a todos los demás trabajadores del CSIC.

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