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800.000 azeríes lloran a sus muertos y exigen la retirada militar soviética

Pilar Bonet

, El funeral por los muertos causados por la intervención del Ejército soviético en Bakú se convirtió ayer en un acto multitudinario contra el poder y las fuerzas armadas de Moscú que sacó a la calle a unas 800.000 personas y paralizó la capital de Azerbaiyán, donde ondeaban crespones negros y podía oírse el continuo ulular de las sirenas de las fábricas. El clamor era unánime: que las tropas invasoras se vayan.

El Ministerio de Sanidad de la República de Azerbaiyán ha certificado la defunción de 78 civiles víctimas de los tiroteos tras la entrada de refuerzos en la ciudad el día 19 por la noche, pero en la representación azerbaiyana en Moscú se daban cifras de miles de muertos en un ambiente de gran confusión y carga emotiva.

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Los cadáveres, cubiertos de claveles, fueron llevados a hombros entre la gente a través de la plaza de Lenin, según el servicio informativo Interfax, de Radio Moscú.

En las exequias de Bakú intervinieron representantes de la sociedad azerí que exigieron, al igual que el Parlamento de la República, la retirada de las tropas y la abolición del estado de emergencia declarado por. el Presidium del Soviet Supremo de la URS S el 20 de enero. Gorbachov había firmado el decreto un día antes.

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Ultimátum del Parlamento de Azerbaiyán a Moscú

Viene de la primera páginaEntre los oradores, que culparon de las muertes a los órganos del poder central y republicano, figuraba el jefe de los musulmanes del Cáucaso, Ulislam Alaj Shiukuur Pasha-Zade. Posteriormente, el cortejo fúnebre se dirigió hasta el parque Kirov, donde tuvo lugar el entierro.

Manifestaciones de protesta nacionalista se celebraron ayer en diferentes lugares de Azerbaiyán, según la agencia oficial Tass. En Bakú, la televisión, cuya sede fue objeto de un atentado el pasado viernes día 19, no funcionaba, y los periódicos no habían salido. El único medio de información era la radio. Comunicar por teléfono desde Moscú, al igual que en los días anteriores, era extremadamente difícil.

El Soviet Supremo de Azerbaiyán, que estuvo reunido en Bakú desde las nueve de la noche del domingo hasta las seis de la mañana del lunes, decidió dar un ultimátum al Kremlin, según manifestó Zakir Kasumov, un funcionario del aparato del partido comunista de Giandzhe (antes Kirovabad) en Moscú. Kasumov, que dijo haber trabajado en la sección ideológica del partido comunista de esa ciudad, señaló, citando como fuente a uno de los asistentes a la sesión del Soviet Supremo, que este organismo quería la retirada inmediata del Ejército de Bakú. Si en el plazo de un día el Ejército no se retira, señaló Kasumov, el Parlamento debatirá la secesión de la URSS.

El plazo, según Kasumov, concluía en la noche de ayer, pero tal extremo no tenía confirmación oficial. Medios nacionalistas habían dicho el domingo que el Soviet Supremo debatía ya la secesión de Azerbaiyán de la URSS. Kasumov, que no había renunciado formalmente a su pertenencia al partido, dijo que tal situación puede considerarse un hecho y señaló que el destituido primer secretario de Azerbaíyán, Vizirov, era llamado "el segundo Ceaucescu" en los mitines.

En la representación azerbaiyana en Moscú eran varios los funcionarios que sostenían la tesis según la cual el Ejército habría sacado cadáveres de civiles en barcos militares, que pretendían disimular como refugiados v los habría arrojado al mar Caspio. Ninguno de los que se expresaron en este sentido fue testigo de tales supuestas acciones ni pudo dar detalles concretos de lo que afirmaban con vehemencia.

Tass acusaba a los activistas del Frente Popular de Azerbaiyán (FPA) de tratar de provocar un ambiente antiarmenio y antirruso en la población en mítines de numerosas personas. Según el teniente general VIadimir Dubiniaka, comandante militar de Bakú, la cifra de muertos el 19 y el 20 de enero fue de 83 personas, entre las que se encuentran 14 soldados y miembros de sus famílias.

"Medida correcta"

Anatoli Sobchak, el brillante jurista soviético que dirigió la comisión encargada de investigar la intervención del Ejército en Tiflis (Georgia) el pasado abril, declaró ayer al servicio Interfax que el uso de las tropas en Bakú y otros distritos de Azerbaiyán y Armenia era una medida "extrema, pero correcta". En los distritos de Azerbaiyán en los que se declaró el estado de emergencia nadie se podía sentir seguro, señaló Sobchak, diputado del Soviet Supremo de la URSS, que goza de gran prestigio.

La evacuación de las familias de los oficiales del Ejército soviético continuaba ayer por vía marítima, según informaba Izvestia. El diario daba cuenta de las amenazas de quemar las naves recibidas por los militares desde buques de la flota mercante de Bakú. El vicejefe de la dirección política de las tropas fronterizas del Comité de Seguridad del Estado (KGB), Boris Golishev, aseguraba que se estaba estableciendo una "comprensión mutua" entre los responsables de las tropas fronterizas iraníes y las tropas soviéticas.

Golishev daba cuenta de conversaciones entre ambas partes en la localidad de Astare. Sin embargo, diversos contingentes de tropas fronterizas hablaron de una "reactivación de los actos extremistas" y pidieron la presencia de diputados de la URSS en la zona. Hasta 40.000 personas llegaron a cruzar la frontera en los distritos de Lenkoran y Prishib (en Azerbaiyán) con dirección al territorio iraní el pasado día 21 por la noche.

En Najicheván, donde los azeríes han pedido ayuda a Irán, a Turquía y a las Naciones Unidas, la situación en la frontera se deterioró durante el pasado domingo. En la ciudad de Dzhulfa, se han quemado carnés del partido y obras de Lenin y ha sido arrasado un monumento al fundador del Estado soviético. En Pushkino, según Tass, el mitin funerario celebrado ayer concluyó con desórdenes masivos, la destrucción de una estatua de Lenin y un pogromo en el edificio del comité del distrito del partido. En Nagorno-Karabaj la situación continúa tensa, y los accesos, bloqueados. Shusha, la ciudad de mayoría azerbaiyana de la región, lleva a cabo una emisión televisiva en la cual los líderes del Frente Popular llaman a la guerra con los armenios e insultan a los dirigentes del partido y del Estado, señaló la agencia oficial Tass.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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